El contubernio del PP con el PSOE

En realidad, el PP nunca quiso ganar las elecciones. No con Vox.

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No se puede probar, claro está. Este tipo de fechorías suelen estar tan bien diseñadas que nunca hay modo de probarlas fidedignamente. Sólo de intuirlas, conjeturarlas. Es lo que hace Dante Pérez (¡ya es suerte que los padres de uno le honren con semejante nombre!…), exalcalde del pueblo leridano de Gimenells y exmiliante del Partido denominado Popular, quien habla de aquellas famosas encuestas (se acuerdan ustedes, ¿no?) que anunciaban, para las elecciones del pasado 23 de julio, una victoria... ¡segura, segura, oiga usted!… a favor del PP, el cual, acompañado, eso sí, de Vox, desbancaría a Sánchez, de tal forma que la derecha obtendría la mayoría absoluta del Congreso. Pues bien, tales encuestas, afirma este antiguo miembro del PP, estaban expresamente hinchadas. El PP se las había pagado a Michavila para apelar al ‘voto útil’ en detrimento de VOX.

No dejaban sin embargo tales trapicheos de acarrear un alto riesgo: el de que, confiadas las huestes de la “derecha social” en una victoria “tan segura, tan segura, oiga usted”, prefirieran quedarse en sus lugares de veraneo en lugar de interrumpir sus vacaciones y desplazarse en tan caluroso día al correspondiente colegio electoral. Y el riesgo se cumplió, vaya si se cumplió. Quedó patente el engaño de las encuestas y el Partido Socialista, pagando amnistías, prebendas y alcaldías a su cohorte de secesionistas, izquierdistas y bilduetarras, consiguió mantenerse anclado en el poder.

El problema es que este riesgo... lo era sólo para España, no para un PP al que le producía sarpullidos la mera idea de ganar las elecciones —y tener que gobernar— junto con Vox. Como escribe Hughes en el mismo número de La Gaceta, en realidad el PP nunca quiso ganar las elecciones. No con Vox. Estaría encantado de haberlas ganado con mayoría absoluta, convenciendo al socialismo bueno de cruzar el río del centro (Río Grande); pero de no salir eso, y era probable que no saliera, estar en la oposición era mejor que la alternativa de un gobierno con VOX. Una gran coalición de derechas no le interesaba y, por eso, contribuyó a socavar el discurso y la posición de Abascal con las habituales concesiones a la estigmatización”.

Todo lo que ha sucedido después lo ratifica; en particular, el acuerdo de Feijoo con Sánchez para modificar la Constitución... y hacer —escribe el mismo Hughes— que a los disminuidos les llamen discapacitados y a los demás, gilipollas; lo cual se suma a las insinuaciones (o los llamamiento descarados) a conformar una Grosse Koalition a la alemana entre los dos partidos —entre las dos caras, mejor dicho, del partido único— del Régimen.

No, lo que caracteriza a la derechita liberal no es el acomplejamiento ante la izquierda cultural, no es la falta de agallas que le imputan gentes como el ínclito Losantos. Lo que la caracteriza de verdad es el cinismo, la hipocresía de quienes, siendo parte íntegra del Régimen, fingen oponerse al mismo y presentarse como su regeneración. No, el enemigo no es sólo el PSOE. El enemigo es también (a igual título y, en cierto sentido, título peor) el PP, encubierto blanqueador del PSOE. Hora sería que los liberalios de este país (a los decentes me refiero) se enteraran de ello.

 

Ideas múltiples para
la batalla cultural

 

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