La Fortuna, o el Dios del birlibirloque, quiso que un 7 de mayo de 1922 el toro “Pocapena”, de Veragua, asestara a Manolo Granero dos cornadas, la segunda mortal de necesidad.
Un gran poema de Aquilino Duque que Antonio García Barbeito recita admirablemente mientras, como cada Viernes Santo, el Cachorro de Sevilla avanza, solemne y sagrado, por el puente de Triana.