¡Zas!, un zurriagazo por aquí. ¡Zas!, otro por ahí. Los dos te los propinan tus enemigos; cosa normal, al fin y al cabo. Pero ahora vas y... ¡zas, zas, zas! Éstos te los das a ti mismo. ¡Imbécil! ¡Zas!, y te das otro, ¡idiota!
La anterior podría ser, sin duda, la mejor forma gráfica de expresar lo que ha sido (¿ha sido?..., ¿ya se ha acabado?; lo veremos luego) ese fenómeno de la leyenda que, mundialmente conocida como negra, es explicada en sus detalles, combatida en sus afrentas y destrozada en sus infamias por Marcelo Gullo Omodeo, el escritor argentino que acaba de irrumpir vertiginosamente en las letras de la Madre Patria con el libro precisamente así titulado.[1] Tan vertiginosamente ha irrumpido que sólo una semana después de haber llegado a las librerías, su libro ya había vendido más de mil ejemplares y se había colocado en el número 1 (y ahí sigue tan campante) de las ventas de Amazon (Sección Sociedad y Cultura).
"Madre Patria", se titula el libro que uno de sus hijos ha escrito desde el otro lado del Atlántico
Madre Patria, se titula el libro que uno de sus hijos ha escrito, desde el otro lado del Atlántico, con el propósito de defenderla. Madre Patria, ha tenido las agallas de titularlo… y quienes a ambos lados detestan a la patria y reniegan de la identidad, se taparán la nariz para no oler la naftalina —dicen— a la que apesta tan rancia palabra.
Ya nadie la pronuncia. Ya no hay, en el sentido colectivo del término (y en el fisiológico cada vez menos), ni maternidad ni paternidad ni identidad. Por las razones de orden general que sabemos, y por las de orden particular que atañen al odio (y al autoodio) que contra la Madre Patria española ha generado esa gran operación de marketing político (así la llama Marcelo Gullo) que es la leyenda negra.
No voy a entrar en los detalles relativos a la inmensidad de la obra que España llevó a cabo en América. Tampoco entraré en los desmentidos a las infamias de la negra leyenda. Le dejó al lector el placer de descubrir todo ello. Me referiré tan sólo a dos grandes y novedosos elementos que nos aporta el libro.
La primera de esas novedades la descubrimos ya en su mismo subtítulo: «Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán». Nunca se le había ocurrido a nadie. Y sin embargo, cae por su propio peso, es evidente. Pero había que decirlo y había que estudiarlo. Existe una relación íntima, estrecha —en el fondo casi es lo mismo—, entre el secesionista catalán (o vasco) que escupe a su Madre patria y el criollo americano que efectúa el mismo gesto infame.
¿El criollo americano?… Ya, pero el indio americano aún más y con mayor razón, dirá posiblemente el desprevenido lector. Pues no, de ninguna manera. Al menos no hasta que el actual «populismo indigenista» se lanzó a desplegar también entre los indígenas su cizaña. Ésta es precisamente la otra gran novedad que nos aporta el libro: fue un considerable número de indígenas americanos los que, a lo largo de las guerras de independencia, combatieron con ardor y valentía al lado de los españoles y en contra de los secesionistas criollos.
Pero eso es algo que el lector de El Manifiesto ya conoce, al menos si leyó hace unos meses el artículo que, como primicia, Marcelo Gullo nos ofreció en estas mismas páginas. (Enlace aquí.)
¿Qué nos pasa a los españoles?
Qué curiosos, la verdad, los españoles. Tanto orgullo, tanta hidalguía... y después de haber realizado una de las dos o tres mayores gestas históricas que en el mundo han sido, ahí nos tienen: dejándonos atacar y envilecer por tal gesta hasta un grado —señala Marcelo Gullo— que ningún otro pueblo hubiera nunca consentido. Peor aún, ahí nos tienen: atacándonos y envileciéndonos por ello a nosotros mismos desde que aquel bendito o maldito Bartolomé de las Casas empezara a darse y a darnos los zurriagazos de la autoflagelación.
Ahí estamos. Recibiéndolos y propinándolos a nosotros mismos. Salvo que el actual y exitoso boom de libros como el de Marcelo Gullo o los de María Elvira Roca Barea está indicando que la cosa, señores, empieza a cambiar. La leyenda negra, es cierto, aún sigue en pie. Los tumbadores de estatuas continúan empeñados en tumbarlas. Pero lo de los zurriagazos, oigan, se acabó. Si están empeñados en darlos, se los tendrán que dar a ustedes mismos. O, si prefieren, se los daremos nosotros. Con mucho gusto y placer.
[1] Marcelo Gullo Omodeo, Madre Patria, Espasa, Madrid, 2021, 539 páginas, 20,80 euros (en versión papel), 12,34 euros (en eBook).
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