Tantas ilusiones como nos hicimos cuando Giorgia Meloni ganó las elecciones en Italia, y ahora resulta que... Ahora resulta que ya se han cumplido los primeros cien días de su mandato, y durante ellos no ha hecho otra cosa que preocuparse de cuestiones económicas, siempre enfocadas según los términos impuestos por los señores del mundo y de las finanzas.
Nada ha habido, nada ha hecho (o sólo vagas declaraciones retóricas) en cuanto a luchar contra la inmigración de masas (acabó readmitiendo los barcos fletados por las mafias oenegeras que traen a los “náufragos” provistos de móvil desde los que llaman pidiendo ¡socorro, socorro!).
Nada real, nada consistente ha emprendido tampoco contra la ideología woke que, con sus desvaríos sobre los “géneros”, lo contamina todo. Nada ha hecho, en suma, por cambiar (así fuera un poquito) la faz del mundo; por defender y reafirmar nuestra ultrajada Cultura, nuestra amenazada Identidad, nuestra demolida Belleza: todo aquello por lo que creó el partido —Fratelli d’Italia— tras cuya bandera se hermanó Italia.
Meloni se ha bajado los pantalones (las bragas, en fin)
Se ha bajado los pantalones (las bragas, en fin) ante el amo estadounidense y los señores de la OTAN (sigue sus dictados al pie de la letra, aprobando la guerra contra Rusia y enviando sin parar armas a Ucrania). Lo mismo hace con la hasta ayer denostada UE (se han acabado hacia el monstruo de Bruselas las euroescépticas críticas de otros tiempos). Es cierto que los jerarcas de la UE disponen, con los fondos multimillonarios de las ayudas Covid, de un arma eficacísima, de un chantaje brutal. La misma arma, el mismo chantaje, sin embargo, que están ejerciendo contra la Hungría de Viktor Orbán; y, pese a ello, sigue éste en la brecha, sin bajar los brazos, sin rendirse.
Como subrayaba el corresponsal de ABC en Roma —aprobándolo, por supuesto—, “al alejarse del euroescepticismo y del soberanismo, Giorgia Meloni está siguiendo las políticas de su antecesor Mario Draghi, tanto en economía como en política exterior”.
¡Tranquilos todos! Tanto miedo como pasamos, y ya veis... No hay nada que temer. Todo va a seguir igual. Y vosotros, a seguir andando, imbéciles. Dando vueltas en redondo. Calladitos y en fila. Estamos en democracia y libertad.
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