¡A las urnas, ciudadanos, a las urnas! Vuestro es (un día) el poder

Y, sin embargo, por engañosa que sea la cosa, es indispensable ir a votar.

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¿Se lo creen? ¿Se creen realmente que suyo es el poder? Sí, es evidente que se lo creen, aunque sea a medias. O se hacen al menos la ilusión de creérselo. De lo contrario…

Santiago Abascal, en un anuncio por la radio, decía ayer más o menos lo siguiente (cito de memoria): “Este Feijóo no es mala gente. Pero no es del todo de fiar”. ¡Vaya si no lo es! Tan pronto como lo pueda, traicionará a España todo lo traicioneramente que pueda y más, como lo lleva haciendo la derechona desde los inicios mismos del Régimen. Y, sin embargo, concluía Abascal, ¡hay que ir todos a votar!

Es cierto, es paradójico, pero la vida misma es una paradoja y mañana es indispensable ir a votar. Yo mismo lo haría, sin grandes ilusiones, pero lo haría sin vacilar, si no estuviese ahora mismo encerrado en la habitación de un hospital, donde acabo de ser intervenido de urgencia (todo bien, que no cunda el pánico).

Iría pues a votar por Vox, movido única y exclusivamente por las lecciones dadas por aquel gran florentino que tanto conocía del alma de los hombres y de la política y que se llamaba Nicolás Maquiavelo.

Iría a votar exclusivamente para que Vox pudiera, actuando como muleta de apoyo del PP, expulsar del poder a los socialistas y a todos sus adláteres. Iría a votar porque el mantenimiento de esta gente en el poder —o su expulsión por el solo PP— constituiría el mayor de los males, un mal frente al cual un Gobierno PP-Vox sería un claro “mal menor” en estos tiempos en que

Ningún "Bien Mayor" se presenta a las elecciones ni podría probablemente ganarlas jamás en caso de presentarse

ningún "Bien Mayor" (cáustico término que emplea en el ABC de hoy Juan Manuel de Prada) se presenta a las elecciones ni podría probablemente ganarlas jamás en caso de presentarse (basta ver cómo todos los medios del Régimen han relegado a Vox a un  escandaloso segundo o a tercer plano a lo largo de la campaña).

Es ésta una posición de puro posibilismo, claro está, de puro maquiavelismo, como decía. Pero una posición del todo legítima siempre que se dejen paralelamente muy claros los verdaderos objetivos y principios que se persiguen. Éstos —decía aquí mismo el otro día— que harán que tarde o temprano las muletas que, en un primer momento, habrán dado útil sostén al PP se conviertan en los bastones con que zurrar y echar de nuestra vida política a quienes llevan contaminándola desde hace más de cuarenta años.

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