Madrid aclama a un emocionado Plácido Domingo en su regreso al Teatro Real

El desagravio

«¡Mueran las brujas!», gritó alguien en el Real. De esto se trataba, por eso estaba en pie todo el teatro: para desagraviar al Maestro de los ataques vertidos contra él por desaforadas (o chantajistas) feministas.

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Bastó entrever su sombra entrando en escena y, como un solo hombre, todo el Real de Madrid —pero el rey no estaba presente— se puso en pie, ovacionó, aclamó y vitoreó al otro rey: al de verdad. También lo haría al final de cada una de sus interpretaciones y, sobre todo, durante quince largos minutos, al término de la actuación de Plácido Domingo —celebrada este domingo 17 de julio de 2022, a pocas horas del 18 de Julio— hasta que él mismo, con un leve gesto, pidió a los músicos que hicieran el favor de retirarse. Si no, todavía estaríamos aplaudiendo y gritando.

Como alguien que gritó: «¡Mueran las brujas!». Tal fue el grito de un espectador cuyo nombre me guardaré, pero que los lectores de EL MANIFIESTO pueden fácilmente imaginarse.

Ataques vertidos por feministas que lo acusaron de haber seducido —gran bien les habría hecho— a algunas de ellas

De esto, en efecto, se trataba, por eso estábamos ahí: para desagraviar al Maestro de los ataques vertidos contra él por desaforadas (o chantajistas) feministas que quisieron acabar con su honor y su carrera acusándolo de haber seducido —gran bien les habría hecho— a algunas de ellas.

Estábamos ahí para que nuestro mayor tenor de todos los tiempos (convertido en barítono a sus provectos años) fuese desagraviado de los ataques que delirantes hembristas habían lanzado contra él. (Corría, por cierto, el rumor de que a las puertas del Real se habían agrupado, acusando el golpe y protestando, un grupo o grupa de militantas o militantos LGBTQI+.)

Pero no era sólo por eso por lo que el todo Madrid, acudiendo al Real, se había puesto en pie. Se había levantado también contra los no menos miserables intentos que, por mediación del Ministerio de Cultura presidido por un inculto y separatista individuo, sigue efectuando el Partido Socialista para impedir la presencia de Plácido Domingo en nuestros escenarios. Así, por ejemplo,

El Teatro Real sólo pudo eludir la censura ministerial inventándose una estratagema

la dirección del Teatro Real sólo pudo eludir la censura ministerial inventándose toda una estratagema. Consistió en alquilar la sala al Universal Music Festival, que era quien organizaba oficialmente el evento, y no el Real, a quien el Ministerio también ha vetado la presencia de Plácido Domingo en Nabucco, representada este mes de julio.

Por lo que se refiere a la velada operística de este 17 de julio, efectuada bajo la eficiente batuta del alicantino Jordi Bernàcer, director de la orquesta titular del teatro, y contando con la majestuosa voz de la soprano búlgara Sonya Yoncheva, Plácido Domingo dio muestras —en medio de un repertorio dominado por Verdi y al que se sumaron arias de Giordano, Massenet y Thomas, junto con bises de zarzuelas— de todas las capacidades que a sus 81 años sigue obteniendo de la voz de oro que los dioses le han dado. Y que nos han regalado.

A quienes no se la han regalado es a quienes, boicoteándolo, osan rechazarlo. O no asisten a un acto parecido. Como los dirigentes del PP-SOE: tanto los de las dos primeras letras de las siglas como los del resto (sólo Andrea Lévy, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, estaba presente a título personal). O como quienes perdieron una ocasión de oro para expresar públicamente sus posiciones. Ya sea por incuria o por despiste, a nadie de la plana mayor de VOX se le vio anoche el pelo en el Real.

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