No, no es por sentido «estético» por lo que se impone defender la belleza, luchar abiertamente por ella, tal como llevamos haciendo desde siempre en estas páginas y en particular en nuestro N.º 1 de El Manifiesto, revista de pensamiento (en papel), cuyo editorial, «¿Por qué luchamos por lo bello?», pueden leer aquí.
Si se impone luchar por lo bello es porque ahí se juega todo: tanto el ser como el no ser, tanto lo bello como lo verdadero, pues, como decía Keats
hablando de cierta ánfora griega, «“la belleza es la verdad, la verdad belleza”; esto es todo / lo que sabes de la tierra, y todo lo que saber necesitas».
El problema es que quienes también lo saben son los otros:
Los que en esos tiempos de nihilismo adiposo, blando e igualitario pretenden acabar con todo
los que en esos tiempos de nihilismo adiposo, blando e igualitario pretenden acabar con todo, con la verdad y la belleza, con el mundo mismo, con la civilización y sus enseñas. Y, si alguien lo duda, que contemple ese icono de nuestros posmodernos tiempos que ilustra este artículo, ese «diamante de jade de las minorías», como lo califica El Mundo.
Se llama Ceval Omar y, como escribe, ensalzándola, el mismo periódico, «es la modelo transexual, inmigrante y negra que representa a Barbie para la firma de Inditex». Se trata de «la mujer [sic] más ‘grande’ [lo que quieren decir es más gorda, aparte de más fea] que ha vestido nunca de Zara. Procede de Somalia. Fue criada en Oslo. Tiene 29 años y es la modelo curvy más cotizada que completa la adaptación de Barbie a todas las sensibilidades. La igualdad —concluye con razón el periódico— no tiene límites».
Como tampoco tiene límites el dominio de la vulgaridad, del resentimiento y del envilecimiento por parte —diría Nietzsche— de todos los débiles e igualitarios que son incapaces de asumir hoy lo que toda la humanidad ha asumido siempre: el inmenso reto de saber que la belleza —hasta que no acaben del todo con ella— es la verdad, y la verdad belleza, siendo esto todo lo que sabes de la tierra y todo lo que saber necesitas.
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Y para concluir una apostilla. Encerrados en luchas tan estrictamente políticas que a veces hasta parecen politiqueras, ¿habrá alguien entre los sinceros valedores de la batalla cultural de derechas a quien se le ocurra, no ya alzar la voz (esas cosas no se estilan, a la gente no le interesan, podrían hacer perder votos, etcétera), sino ponerse a reflexionar un instante, un instante nada más, sobre lo que tales cosas representan?
Acaba de salir el N.º 1 de EL MANIFIESTO, revista de pensamiento
¿Aún no la conoce?
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