30 millones de euros va a pagar TVE, en dos años, a la productora de David Broncano por emitir su programa La resistencia a la hora de mayor audiencia y sin que influyan los resultados de esa misma audiencia, todo para para competir con El hormiguero de Antena3, programa que según nuestro inmortal presidente Sánchez mantiene una narrativa contraria a la línea progresista —progresista— del gobierno de España. Así se las ponían al Caudillo y eso es disparar con pólvora de rey, o sea: con el dinero de todos los españoles.
La contratación de Broncano ha generado un auténtico terremoto en el Ente público: dimisión de la directora general y del director de contenidos, encabronamiento de los mariscadores sindicales y alguna que otra carta de protesta de miembros del consejo de administración y de veteranos periodistas al servicio de la cadena desde los tiempos en que Alfonso Guerra llamaba para abroncar a los responsables de espacios deportivos cada vez que perdía el Betis. A pesar de los pesares, Sánchez nada, imperturbable: se ha empeñado en que TVE fiche a Broncano y cuando al niño le entra el capricho por algo, ya se sabe, no hay amnistía que se le resista. Resultado: que los españoles le pagamos a él y a su partido, a escote, el desembarco de Broncano en TVE, ahí dando línea correcta en plan humorista-podemita-pedro-cómo-te-quiero.
Lo difícil va a ser que el muy mencionado Broncano alcance un número decente de espectadores, sobre todo si lo que pretende es mermar la audiencia de El hormiguero. Broncano es el típico listillo con cara de tonto que ríe sus propios chistes y no deja hablar a sus invitados porque considera mucho más importante hablar él, soltar sus ocurrencias y deslumbrar al público con su ingenio. Un coñazo de tío. No me extraña que Sánchez esté enamorado de él y lo haya elegido como capitán en plaza para su lucha cultural contra la fachosfera. El barrigazo de audiencia está asegurado, pero como pagan los demás españoles que no son Pedro Sánchez, allá penas. En este despilfarro socialista —uno más, qué más dará— sólo veo una ventaja, aquella virtud que señalaba Napoleón cuando los generales austríacos trazaban planes antes de la batalla de Jena: “Cuando el enemigo se está equivocando, conviene no distraerle”.
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