¡¿Cómo puedes preguntártelo?! Si ese loco de Milei hasta parece, con su histrionismo a cuestas, una esperpéntica caricatura del capitalismo más ferozmente despiadado, del liberalismo más individualistamente salvaje, del materialismo más toscamente burdo y zafio. ¡Si este hombre no habla más que de economía! ¡Si sólo le obsesiona la guita con la que todo se vende, todo se compra, y todo —el mundo mismo— se convierte en pura y mera compraventa!
Con la particularidad, sin embargo, de que, si ese hombre logra triunfar (o, como mínimo, no fracasar), algo al menos habrá por comprar, a diferencia de hoy, en semejante mercado...
El liberalismo y los zurdos de mierda
Nosotros, que en EL MANIFIESTO acabamos de dedicar todo un número de nuestra revista de pensamiento crítico a analizar y enfrentarnos al liberalismo, ¿cómo no íbamos a estar inquietos ante la arrasadora victoria que, ayer domingo, obtuvo el liberal, liberalísimo, libertario nuevo presidente de la República Argentina?
¿Inquietos, nosotros?...
Quienes están de verdad inquietos, tan inquietos que no les llega la camisa al cuerpo, son los otros: los zurdos de mierda, como los llama sin parar Milei. ¡Cómo íbamos nosotros a no alegrarnos viendo temblar a todo el aparato del izquierdoso poder hispanoamericano! Cómo íbamos a no jubilar viendo la inquietud adueñarse de los corruptos saqueadores de sus pueblos, de los compinches de narcotraficantes y guerrilleros, de los degenerados que expanden las aberraciones woke a lo largo y ancho de toda América, de los enfervorizados enemigos de España y de su obra civilizadora: de los Lula brasileños, de los Amlo mexicanos, de los Petro colombianos, de los Boric chilenos..., de toda esa infecta recua de truhanes y malandrines que ya ha dado la orden de hacerle el vacío (y el boicot, en lo que se pueda) al nuevo presidente argentino; sin olvidar, por supuesto, a los primeros de todos los truhanes, a los directamente implicados en la propia Argentina: a todo el corrupto aparato del kichnerismo inicuamente denominado “peronismo” y entre los cuales Milei encontrará, no cabe duda, su principal obstáculo y su más encarnizado enemigo.
“Estoy en contra de la justicia social”
Así de claro, así de tajante —¿así de inicuo?— se ha expresado Javier Milei en múltiples ocasiones. Ahora bien, ¿qué es esa “justicia social” que el aparato de Estado kichnerista lleva aplicando desde hace años (desde siempre, en realidad) y con la que Milei quiere cortar? Son “las paguitas”, como las llamamos en España. Son las “ayuditas”, las “subvenciones”, los “subsidios” clientelares (y de cuantía miserable) con que el Estado trata de cerrar la boca... abierta de hambre del 40 por ciento de la población que carece de trabajo, horizonte y futuro.
La cuestión que por tanto se plantea es: ¿cómo acabar con semejante aberración? ¿A través de qué dispositivos económicos, mediante qué inevitables medidas de intervención por parte del Estado? Es ésta otra cuestión, al igual que —si se empeña en obviar toda intervención pública, si se empecina en dejarlo todo en manos de la “Mano invisible” del Mercado—, será ahí donde Milei acabará fracasando y chocando con la población que ahora lo aclama.
Pero mientras tanto, mientras todo sigue sumido en un halo de incertidumbre, mientras nadie sabe a ciencia cierta (tal vez ni él mismo) qué hará y por dónde se orientará Milei, mientras tanto hagamos votos por que se abra el rayo de esperanza que representa el que el nuevo presidente haya conseguido, arrasando con una amplísima mayoría de votos, que mal rayo les parta a los zurdos de mierda, ¡carajo!