El Banco Central Europeo nos sigue subiendo los tipos

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Ante la pasividad e indiferencia de la clase política y mediática, el BCE reemprende su política de responder a las subidas del crudo con castigos masivos acumulativos a la población europea hipotecada.
 
La Asociación Hipotecaria Española ha estimado en 3.200 € anuales la subida promedia de las hipotecas, cuyo 90% se pactó a tipo variable. Las dos últimas subidas del Euribor y el tipo básico suponen otros mil €. Multiplicando por los millones de hipotecados, la cadena SER, en su programa HORA 25, estimó la cantidad sustraída anualmente en España hasta julio de 2007 en 22.000 millones de euros. En el resto de la UE, 75.000 millones. Sumándole las subidas recientes llegamos a los 40.000 millones en España.
 
Es impensable que una reducción de la capacidad de compra de tal volumen no produzca una crisis general que, como ya hemos dicho, no se resuelve con disquisiciones filológicas sobre el término aplicable y tampoco con las contraproducentes apelaciones a la austeridad y al cinturón.
 
Terco al confundir inflación con estanflación, el BCE agranda innecesariamente la crisis. Y ante los críticos (en España, Zapatero y Miguel Sebastián) responde Trichet que es independiente y que no necesita consejos. Ya le dijo Sarkozy que la independencia no podía amparar la irresponsabilidad. Y en cuanto a consejos, tiene razón: lo que necesita son lecciones de economía, y en particular, está obligado a entender el concepto de estanflación, que por tener como rasgo básico la caída de la actividad no puede eliminarse con más caída de actividad.
 
En cuanto a su independencia, resulta que lo es según un Tratado modificable respecto a los gobiernos, pero puede ser dependiente de gestores de las finanzas internacionales a los que le está haciendo el mayor regalo de la historia: obsequiarles con levas gigantes en frío y sin causa ni compensación con cargo a la mayoría de la población. Dependencia encubierta pero perceptible que acabará por arruinar al sistema financiero al convertir en hipotecas de riesgo las que inicialmente no lo eran. Y la ejecución masiva de garantías tampoco sería negocio para la banca, que perdería intereses de decenas de años a cambio de unos pisos que no sabría cómo vender. Queriendo tranquilizar a sus víctimas, la mayoría de la población europea, ha dicho que es la última subida. Ha de entenderse que será la última hasta que decida otra subida…
 
Pero aunque cumpliera su palabra de no subir, Trichet tiene una segunda arma: el manejo al alza del Euribor, que él tiene de hecho bajo su mando. El interbancario alcanza un nivel que tiene que ver con tensiones internas que a su vez nacen de las mayores necesidades de finanzas que imponen las subidas espectaculares del crudo. Pero la misión de todo banco central es proveer al sistema de la financiación en cantidad y precio que el sistema necesita. Y por tanto, el aumento a precio bajo (pues nada le cuesta lo que presta y en cantidad sin límite, pues no tiene que devolvérsela a nadie) sirve de modo natural para contener dicho interbancario. Si Trichet se niega a incrementar en cantidad y precio esa financiación, consiente la subida del Euribor. Y en efecto es lo que está haciendo desde que en septiembre de 2007 se le forzó a no subir el tipo básico. Incrementa a la banca en un punto dicho tipo al 5% y presta lo que por otra parte no es suyo a siete días. Esta ha sido la manera de conseguir que el Euribor alcance también cotas históricas castigando de igual manera a la población hipotecada.
 
Trichet puede ser cesado en base a que interpreta mal el mandato recibido, que es contener el promedio de los precios, lo cual exige bajar una componente, la financiera cuando sube otra, la energética. Los tres ingredientes fundamentales de cualquier coste son el energético, el salarial y el financiero. Es práctica y creencia contra natura que la subida de salarios y de la energía sea inflacionista y la subida de la financiación sea deflacionista.

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