Perejil ya tiene su libro

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De la mano de Fernando López de Olmedo, comandante general y General Jefe de la zona militar de Ceuta durante la crisis del Perejil, acaba de aparecer un libro con la historia de Ceuta y del famoso conflicto.
 
En un relato animado y lleno de interesantes revelaciones históricas comienza la primera parte del referido libro. Y nos complace descubrir el no pequeño detalle de que la primera incorporación política de Ceuta a la península no fue obra cristiana, sino árabe, mediante uno de sus grandes frutos como fue el Califato de Córdoba. Las actuales murallas tienen mucho que ver con las edificadas por Abderramán III. El siglo X fue el siglo de oro de Córdoba, la capital más culta de occidente sin excluir ni siquiera a Roma, según afirma uno de sus grandes historiadores y director que fue del Instituto Córdoba, donde tuve la suerte de cursar mi bachillerato en los años 30, don Antonio Jaén.
 
Y es que lo mejor que ha producido el mundo árabe lo hizo precisamente en nuestra península a través de Córdoba, primero y Granada después. No lo vio ni lo imaginó así nuestro padre Mariana que en su capítulo relativo a la invasión árabe la saludó con esta frase: “Esta canalla tuvo su origen en Arabia”, frase que valdría para Bin Laden y sus secuaces pero no para nuestros grandes califas cordobeses.
A continuación, López Olmedo nos relata con el detalle y la emoción de lo vivido aquella operación brillante, incruenta y aleccionadora para la Historia.
 
Aquel episodio ha librado a España de la sensación imperante de que nuestras Fuerzas Armadas habían perdido misión y función en nuestra historia reciente. El declive comienza con el proceso 23–F que condujo a una marginación y apartamiento de los ejércitos en su papel en relación con España. Paradojalmente el olvido y el apartamiento coincide con la etapa en que más firme es el reconocimiento al más alto nivel de su misión, el artículo 8 de la Constitución da un paso que no dio la República. La ley militar en vigor el 18 de julio del 36 imponía a las FF AA la misión de defender la patria contra los enemigos internos y externos y en dicho texto creyó encontrar respaldo el alzamiento de entonces. Con la democracia, la obligación de defender se convierte en obligación de garantizar la independencia, integridad y soberanía de España. La obligación de garantizar supone concesión de autonomía e interpretación por parte de quien resulta responsable y responsabilizado de tamaña visión.
 
Ese precepto en vigor, para no tener que aplicarlo, sería bueno recordar su vigencia y no darlo por apartado e inexistente, y en esta tarea de marginación constitucional se llega al colmo cuando se recluye y residencia a un teniente general por el hecho de haber osado leer en público un precepto del que no es autor pero sí destinatario.
 
El clima creado por esta política llevó a la ciudadanía a pensar que las FF AA eran una reliquia del pasado. El espectáculo de los cuarteles abandonados refuerza físicamente esta impresión. Pues bien, la operación Perejil ha puesto de manifiesto la eficacia de nuestro ejército, residual, pero activo y eficaz. Que el enemigo haya sido aparente no quita valor a lo mucho que descubre el relato de López Olmedo, donde su figura y actividad necesariamente central ha vivido la colaboración eficacísima de todos los mandos que hubieron de actuar ante una crisis que podría haber llegado a lo bélico. La ciudadanía respira confortada al saber que el mandato en vigor del artículo 8 no ha perdido los instrumentos naturales que necesitaría en caso extremo.
 
Y la componente violenta que pueda existir en el sector marroquí también sabe que cualquier exceso tendrá inmediata y proporcionada respuesta. El libro de López Olmedo produce estos efectos que justifican su publicación y difusión.

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