Felicísima receta técnica de Rajoy: “Coger el toro por los cuernos” para salir de la crisis. La vaguedad de la expresión es solo aparente, por lo fácil que resulta concretarla sin mengua del debido respeto a la persona implícitamente señalable.
Dentro de la consigna de silencio nacida de la insuficiencia doctrinal y de las servidumbres inevitables, hemos visto nada más y nada menos que al FMI pedirle en directo y en persona a Trichet que rebaje los tipos de interés. Nadie se ha atrevido a subrayar y apoyar semejante idea por lo mucho que todos tienen de sentido reverencial por los prestamistas. Es verdad que el FMI, asustado de su propia manifestación mitiga el rigor proponiendo que la rebaja se haga después del verano. Pero en todo caso, viniendo de quien viene y con la ejecutoria de servidumbre que le caracteriza, la recomendación merecía más eco.
Todos los planes que se hagan desde España, todos los incentivos que se puedan crear para estimular la demanda y consiguientemente la oferta y por tanto el fin del crecimiento del paro, que en un mercado libre se acelera por si mismo, quedan en el aire si el mecanismo agresor sigue intacto respetado y temido. Ni que decir tiene que a quien hay que sujetar es a Trichet, que con una sola decisión derrumba cualquier plan de choque nacido en cualquier punto de la UE.
Desde abril de 2003 hasta junio de 2007, el Euribor había subido 21 veces y el tipo básico, no menos de nueve. Con todo ello, en julio del 07 ya se había conseguido elevar por término medio el pago anual de la hipoteca media en 1100 €, que multiplicado por no menos de 15 millones de víctimas de la trampa del tipo de interés variable, nos da una reducción anual de capacidad de compra de entre 15 y 20 000 millones de €. Solo esta agresión tenía que pasar a la demanda de pisos y aumentada por la carestía alimenticia repentinamente sobrevenida.
Sujeto desde septiembre de 2007 en lo que toca al interés básico, se ha vengado elevando el Euribor por el procedimiento de suspender en la práctica los créditos al sistema bancario, que eso y no otra cosa, es hacer préstamos a siete días y a un tipo de interés mayor del oficial: “no me dejáis subir el tipo oficial, y me lo habéis de pagar haciendo que suba el Euribor”. Gobernador del más poderoso de los bancos centrales, ignora que la buena doctrina define a los bancos centrales como prestamistas en última instancia. Esto es, los que pueden prestar cuando nadie puede hacerlo.
¿Y a qué plazo pueden prestar? Al que quieran, no hay límite porque no tienen que devolverle el dinero a nadie. ¿Y a que tipo pueden prestar? Al que quieran, pues el coste de lo que prestan es prácticamente nulo. De lo anterior se deduce que el plan de choque más eficaz consiste simplemente en prestar al sistema financiero, no al cinco, sino al uno y a un año y no a siete días –en el Japón, al 0,5- y bajar del 4 al 1 o al 2 el tipo básico. Y con estas medidas no hacemos más que seguir e imitar a bancos centrales mejor gobernados como el del Japón, Reino Unido y EE UU. El efecto sería fulminante y la población recibiría en forma de regalo inesperado la devolución de lo indebidamente sustraído. Más que los 400 € de ZP, sería devolver entre 150 y 200€ mensuales y por tiempo ilimitado a más de la mitad de la población.
Con esta medida sobran todos los parches, llevando a la práctica de forma real la recomendación de Rajoy. No solo es la solución más efectiva, más fácil y más barata. Es que beneficia incluso a los que creen que les perjudica, porque lo que hace Trichet es convertir en hipotecas de riesgo las que no lo son. Y con nuestro plan el sistema bancario se beneficia de la reactivación general y el consiguiente incremento de su actividad prestamista.
Pero si hay una razón adicional poderosa para implantar cuanto antes este plan de choque es que para Trichet es una bendición la subida del petróleo que él califica de inflacionista y por tanto de pretexto para subir el Euribor y el otro tipo. Es incapaz de darse cata de que el petróleo en alza no crea inflación sino deflación por lo que tiene de paralizante.
La temible alianza entre impreparacion doctrinal de nuestros economistas dominantes y el temor a incomodar a intereses financieros se pretende cubrir con el hecho jurídico de que el BCE es independiente, indebidamente independiente, el mayor error del tratado de Maastricht. Pero cabe interpretar correctamente el mandato otorgado de velar por la estabilidad de los precios, en el cual ese ignorante se guarece. Porque al estabilizar un promedio, que es lo que se le pide, está obligado a compensar el alza de los renglones de coste que no están en esa mano ignorante con la rebaja de las partidas que dependen de él. Para cumplir el mandato recibido debe compensar la elevación de coste energética y alimenticia con la rebaja del coste financiero. Al no hacerlo, al mantenerlo innecesariamente alto un coste cuando suben otros, está incumpliendo el mandado. Y en base a esta argumentación tan correcta técnica como jurídicamente, se puede destituir a Trichet aplicando la receta Rajoy.