Pasó la hora de disquisiciones sobre décimas del PIB, sobre la palabra aplicable a la situación actual y las llamadas a la confianza y la calma. El país se puede parar en cuestión de horas. Pedir a alguien que se apriete el cinturón, es decir que se lo apriete a otro, que hará lo mismo con el siguiente. Los remedios tienen que ser inmediatos y directos y tienen que actuar en dos frentes. 1) Ayudar al que paga el petróleo en el momento de pagarlo y no después con alternativas; y 2) levantar la demanda de su caída acelerada.
Paradójicamente, tenemos a mano varios remedios poderosos:
Uno, suprimir en su totalidad el IVA sobre los carburantes. Vanos son los argumentos de que se estimula el aumento de consumo cuando lo que se precisa es pagar el consumo actual. Vano es el argumento de que el Estado pierde ingresos con tal renuncia, cuando la misma se compensa al instante con el IVA que van a pagar los productos que se necesitan y que con tal impuesto no pueden comprarse. Las objeciones formales o meramente legales no tienen valor en circunstancias extremas y es legítimo orillar su vigencia del modo más rápido posible.
Dos, imponer la suspensión del alza anunciada por Trichet, que al actuar así no se distingue mucho de lo que haría un súbdito de Bin Laden para arruinar la economía mundial. ZP ha tenido el acierto de lanzar un memorable “¿por qué no te callas?” al nefasto presidente del BCE, al que imputa con razón la elevación del Euribor, que ya ha aumentado en este mes a 15 millones de españoles la carga mensual de la hipoteca en unos 70 € al mes. Cifra que Trichet estaba dispuesto a aumentar en otro tanto con la próxima subida del interés básico que acaba de anunciar.
Pero no basta con suspender la subida de tipos. Hay que bajarlos a la mitad. Esa bajada, del cuatro al dos, se completaría con la imposición al BCE de la obligación de prestar al sistema financiero, no al cinco por ciento actual y a siete días, sino al dos por ciento y a un año. Con lo cual, al desaparecer las tensiones crediticias interbancarias, el euro volvería a descender.
Tres, la suma de ambas rebajas devolvería a la mitad de la población española no menos de 200€ mensuales, con lo cual se reanimaría la demanda y, sin necesidad de subir salarios, la población de la UE recuperaría el poder de compra indebidamente sustraído por este sujeto políticamente indeseable. Inicié la campaña contra sus elevaciones en agosto del año pasado y por fin he logrado que se una a ella, todavía con timidez, nuestro presidente.
De modo no inmediato hay que plantearse la destitución de Trichet, teniendo el fundamento legal que seguidamente reseño. Indebidamente concedida la independencia del Banco Central Europeo en Maastricht, y peor interpretada por Trichet, éste está traicionando el mandato recibido. Pues se le ordenó velar por la estabilidad de los precios, esto es, por la estabilidad de un IPC gigantesco, promedio de 27 IPCs. Lo cual le obligaba, cuando se elevaba la componente energética de los costes, a reducir la componente que la UE tiene en sus manos, como es el coste de la financiación. Se ha obstinado en hacer lo contrario, subir una componente que depende de él, cuando sube otra, que no depende de él. Base legal y formal suficiente para destituirlo fulminante, pues como ha dicho ZP y yo en mi último artículo, la independencia no puede amparar la irresponsabilidad.
Cuatro, a medio plazo, revisar el Tratado de Maastricht, sustituyendo como misión del BCE la ahora atribuida de mantener la estabilidad de los precios por la de proveer en cantidad y precio la financiación que la movilización de los recursos reales exija. Financiación y precio son magnitudes al 100%, y de modo legítimo a perpetuidad, dependientes de los poderes públicos. Es el inadvertido fruto del beneficioso acontecimiento para la humanidad del fin del patrón oro. Esta modificación del texto fundacional evitaría de una vez por todas recaer en los errores, y evitaría también las agresiones de los doctrinalmente incapaces que siguen viendo el dinero como algo que sirve para comprar y no algo que también sirve para producir.
Y como efecto colateral de este Plan y estas medidas, al cortarse la revalorización ilimitada del euro respecto al dólar, se salvaría a la industria comunitaria de ser expulsada de los mercados del dólar.