No nos hagamos ilusiones. Claro que el programa electoral de Vox, dado a conocer el pasado viernes, no es (ni puede ser aún) la revolución, el cambio de mundo por el que soñamos; es decir, esa «revolución conservadora» consistente tanto en un mundo más justo como más bello, más noble, más apasionante, más auténtico.
No es la revolución; pero se acercaría bastante a ella si una parte sustancial de las medidas propugnadas el viernes llegaran a aplicarse. Veámoslas.
Aunque no es nuestra costumbre, empecemos —un días es un día— por las medidas económicas.
SUSTANCIAL REDUCCIÓN DEL EXPOLIO FISCAL
Además de diversas e importantes disminuciones del IVA, Vox propugna sólo dos tipos para el Impuesto sobre la Renta:
- el 15% para ingresos de hasta70.000 €.
- el 25% para ingresos superiores (en lugar de hasta el 50%, como ahora).
Además, para fomentar la natalidad, los anteriores porcentajes se disminuirán en 4 puntos por cada hijo.
DESMANTELAMIENTO DE LAS TAIFAS AUTONÓMICAS
Como escribía, angustiada, La Vanguardia de Barcelona, «Vox propone un Estado unitario, aunque administrativamente descentralizado». Y mientras ello se logra, pues requiere modificar la Constitución, Vox exige «la devolución inmediata al Estado de las competencias en educación, sanidad, seguridad y justicia, al tiempo que se limita en todo lo posible la capacidad legislativa de las Autonomías».
ILEGALIZACIÓN DE TODOS LOS PARTIDOS Y ASOCIACIONES INDEPENDENTISTAS. Medida que, al igual que la anterior, sería sometida a referéndum de toda la nación española.
LUCHA CONTRA LA INVASIÓN MIGRATORIA que, al igual que los demás países europeos, sufre España.
ELIMINACIÓN —no modificación— DEL MINISTERIO DE IGUALDAD
DEROGACIÓN —no modificación— DE LAS SIGUIENTES LEYES:
- Ley de Violencia de Género
- Ley del aborto
- Ley trans
- Ley de eutanasia
- Ley de Memoria Democrática
- Ley LGTBIQ+
- Ley de Vivienda
- Ley de Cambio Climático...
¿Cómo puede reaccionar el PP ante tal programa?
Lo sabemos de sobra. Nada de esto puede aprobar el Partido denominado «Popular». No puede aprobar nada de algo que significa pura y simplemente el desmantelamiento del gran Chiringuito con el que el conjunto de las fuerzas políticas españolas decidieron repartirse el inmenso pastel al hacerse dueños y señores del nuevo Régimen (antes, el tipo del Impuesto sobre la Renta era del 0%).
Y como se lo repartieron y ahora pueden perderlo, es precisamente por ello por lo que el PP está suplicando a la otra parte del partido —PPSOE, debería en rigor ser denominado— que se abstenga en el debate de investidura y le permita gobernar en minoría.
Y si el PP lo acepta una parte sustancial de las medidas de Vox; y si el PSOE, perdidas las elecciones, se sigue negando —deseémoslo— a dejar pasar al PP; y si Vox, careciendo —esperémoslo— de esa cosa que llaman «sentido del Estado», se niega a renunciar a sus principios y a traicionar a su electorado, ¿entonces qué?… Entonces no caben más que dos cosas: nuevas elecciones… y una esperanza. La esperanza de que, por difícil que sea en tan corto plazo, el pueblo español comprenda por fin cuál es el enemigo al que corresponde abatir.
Y este enemigo…, no. Este enemigo no es sólo el sanchismo.
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