No tienen ninguna arma mejor. Todo su bagaje ideológico se limita a eso: a agitar desde hace setenta años el espantajo de un régimen muerto y enterrado con el que infundir un santo pavor en las masas. Y las masas son los electores, y el que lo sean tiene sus consecuencias. «¡Que vuelve el fascismo, que vuelve el fascismo! ¡Que viene el coco!», gritan todos sin parar. El ardid es tan grosero como grotesco, pero les funciona, les sigue funcionando, esto es lo más extraordinario.
«¡Que vuelve el fascismo! ¡Que viene el coco!», gritan todos sin parar. El ardid es tan grosero como grotesco, pero les funciona.
Acaba de funcionarles en el infame linchamiento mediático del que ha sido víctima Fernando Paz, candidato de VOX por Albacete. Ha participado en él toda la Santa Hermandad de la Bienpensancia. Desde los medios adictos a la facción del régimen hoy en el poder hasta liberales aparentemente opositores, como el, por lo demás, gran periodista Federico Jiménez Losantos, quien no ha dudado en sumar su voz a los aullidos de la manada.
Allá penas si Fernando Paz jamás ha puesto en duda la existencia del Holocausto como tal. Allá penas si se ha limitado a interrogarse sobre las modalidades de unas muertes abyectas que, cualesquiera que sean sus causas (gas, tifus, desnutrición…), nada cambian en cuanto a lo esencial. Allá penas si, hablando del juicio de Nüremberg, Paz no ha hecho otra cosa que constatar lo evidente: si no recurrimos al derecho natural, si nos limitamos al derecho positivo (es decir, a las leyes del régimen), no se puede culpar a los dirigentes nazis. Trúnquese la frase, suprímase la oración condicional: “si no recurrimos al derecho natural…”, déjese tan sólo la última frase, y el asunto (el de Paz) está listo para sentencia: «el infame negacionista Fernando Paz pretende que “no se puede culpar a los dirigentes nazis”».
Bonito, ¿no?... Pues exactamente esto es lo que han hecho los medios del régimen (del actual, quiero decir).
¿Ha hecho bien Fernando Paz al renunciar espontáneamente a su candidatura? Sí, ha hecho bien.
¿Ha hecho bien Fernando Paz al renunciar espontáneamente a su candidatura, al tiempo que anunciaba querellas criminales contra los difamadores? Sí, ha hecho bien. Cuando los aullidos de la manada son tales y de tal irracionalidad que impiden oír cualquier otra voz; cuando ello facilita que se silencien las verdaderas cuestiones del debate electoral —España, nuestra identidad, la inmigración, la ideología de género, lo políticamente correcto…—, cuando ello ocurre, hay que tener la inteligencia —además de dignidad y honor— de efectuar una retirada táctica ante el enemigo… para mejor atacarlo, para mejor vencerlo.
Por más que ello sea, en sí mismo, profundamente injusto. Por más que haya que hacerlo por la única y exclusiva razón de que «VOX es un partido de derechas». Un partido, dicho de otro modo, contra el que todos juntos y en unión agitan la única arma que tienen a mano: un infame, un grotesco espantapájaros.
Es comprensible que lo hagan: el miedo cunde (con razón) en sus filas; la camisa no les llega al cuerpo. Hoy mismo nos enterábamos de que en Holanda el partido de la derecha identitaria, un partido joven y abierto como VOX, acababa de ganar las elecciones al Senado.
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