Todo el dilema en el que, estos días preelectorales, está sumido el conjunto del antisanchismo patrio se resume, podríamos decir, a un asunto de bastones.
Los bastones de Vox, a los que, como acogedoras muletas, deberá apoyarse el partido denominado ’popular’ , si quiere hacerse —la cosa es más que probable— con la presidencia del Gobierno.
Maldita la gracia que les hace a los jerarcas del PP tener que apoyarse en tales bastones. Su posibilidad la enfocan con el mayor de los ascos posibles. ¿Cómo podrán, después de haber obtenido el apoyo de los “fascistas”, “racistas” y “homófobos” de Vox, mantener la “respetabilidad política” de la que los peperos gozan entre “la clase política” democrática; es decir, entre las élites progres de este país denominado España?
Pero a la fuerza ahorcan, y si el PSOE se niega a abstenerse en la votación parlamentaria y dejarles gobernar en minoría —hasta de rodillas se lo están suplicando estos días—, no les quedará más remedio que recurrir a las muletas de Vox y apoyarse en ellas.
¿Cuál es el objetivo final? ¿Servir de muleta al PP o acabar con el PP?
Hay, sin embargo, una parte de la derechona liberalia que, dejándose de complejos de “respetabilidad progresista”, ve con muy buenos ojos el recurso a las muletas de Vox. Tal es el caso del grupo (EsRadio y Libertad Digital) que dirige el periodista Federico Jiménez Losantos y cuyo exponente político estaría encarnado en la presidente de la Comunidad de Madrid Isabel Díez Ayuso. (A raíz, por cierto, de ciertas posiciones que el Sr. Losantos ha juzgado demasiado radicales, se ha dedicado a atacar duramente a Vox y en particular a su ala menos "liberal", lo cual le ha valido no disponer de una sola entrevista con líderes de Vox a lo largo de la campaña electoral.)
No es, claro está, que Jiménez Losantos y sus amigos tengan el menor aprecio por las ideas identitarias y patrióticas de Vox. Todo lo que les pide es que sean amables muletas de apyo. ¡Que les den al PP un sostén crítico tendente a impedir sus tradicionales derivas proseparatistas y progres! Pero ¡que se queden quietos ahí, que no se les ocurra ir más lejos!
Dicho razonamiento se basa en dos consideraciones: primera, sin Vox será prácticamente imposible echar a socialistas y progres del poder; y, segunda y fundamental, manteniendo a identitarios y patriotas dentro del redil del poder, se obtiene (se imaginan ellos) algo decisivo: se impide que las actuales muletas que ahora Vox le aporta al “Régimen del 78” puedan nunca transformase algún día en los bastones que se vuelvan contra los traseros de los jerarcas de dicho Régimen y los echen al vacío del que nunca hubiesen tenido que salir.
La verdad es que un Gobierno Nacional PP-VOX equivale a introducir el lobo en el gallinero. Y ahí caben dos posibilidades. O el lobo se zampa suficiente cantidad de gallinas para quedar ahíto y olvidarse de los dueños del corral adonde entró con la misión de echarlos algún día de ahí. O bien es todo lo contrario lo que ocurre. El lobo VOX no se deja comprar, se mantiene fiel al pueblo español, de nada le valen las prebendas que los jerarcas le ofrecen, aprovecha al contrario los puestos obtenidos para hacerse cada vez más fuerte, para ampliar la acción y la protesta, hasta que el gran vuelco, el vuelco inimaginable hace tan pocos años, acaba produciéndose.