Déficit comercial: el absurdo llevado al límite

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Corresponde a Pizarro, en medio de sus innegables méritos, la peor interpretación posible del manido tópico del déficit comercial como problema. Ha dicho que siendo dicho déficit el 10% del PIB, de ello se deduce que España gasta un 10% más de lo que gana. Por lo mucho que se esperaba y esperaba yo de él, me duele tener que poner coto a semejante afirmación. Porque lo que viene a decirnos es que España y los españoles sólo ganan y sólo tienen lo que reciben por vender mercancías al exterior. No cuenta para nada que la inmensa mayoría de las rentas proceden de la actividad nacional interna con las cuales pagan al contado y sin problemas lo que compran fuera o dentro de nuestras fronteras.
 
El referido déficit tenía importancia y exigía la intervención del Estado cuando se hablaba de divisas. Y para comprar fuera se necesitaba tener dinero válido para pagarlas, que no siempre era la peseta. Uno de los más importantes organismos económicos nacionales era el Instituto Español de Moneda Extranjera, que canalizaba e intervenía todas las transacciones. Desaparecida la moneda extranjera, por ser única la moneda que manejamos en la eurozona, la diferencia entre importaciones y exportaciones tiene el mismo e indiferente significado y sentido que la que pueda existir entre dos autonomías españolas.
 
El que dijere que mi argumentación se limita a la eurozona y no abarca al resto del exterior debe saber que la balanza comercial con dicho resto, por importante que sea, carece también de sentido como problema, en cuanto a esa zona exterior le pagamos con una de las dos monedas más importantes del mundo. Con el mundo exterior en su totalidad las diferencias de valor de las corrientes comerciales tienen poca o ninguna significación. Compramos cuanto queremos pagando siempre al contado con el dinero que ganamos con nuestra actividad interna o externa.
 
Los obsesos por el déficit tienen en su mente la absurda creencia de que las cosas compradas sólo se pagan con cosas y no con dinero. Repito, que es la situación del hombre en la prehistoria, antes de inventarse el dinero.
 
En el reciente debate con Solbes se perdió ocasión de plantear el tema más importante: el innecesario y masivo castigo recibido por más de 10 millones de españoles con el encarecimiento en frío de las hipotecas, cuya devolución está al alcance de una mano y ninguna de las dos que se enfrentaron en el debate se acordó de ello. Siendo así que obligando al obseso Trichet a poner el tipo de interés al nivel de septiembre de 2003 se devolvería a la población española la capacidad de compra necesaria para hacer frente a los encarecimientos agudos y recientes.

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