Trichet en Madrid

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“Trabajo barato, despido barato y dinero caro”. Esta frase resume la oferta doctrinal y política de un ignorante poderoso en su reciente aparición en Madrid. Dice que concreta cuando sugiere “suprimir rigideces, reformar estructuras” y como novedad de su talento “creación de un entorno innovador”. Rehuye cuidadosamente enfrentarse con los argumentos básicos de los que nace, junto con la experiencia americana, el acoso al que se ve sometido.
 
Si tanto le interesa la contención de precios, ¿por qué se resiste a reducir drásticamente el coste financiero, que es una parte importante del coste total y una manera de aumentar la oferta, que es el modo incruento de contener o rebajar los precios? ¿Por qué les dice a las gentes que el encarecimiento de la energía se combate con el encarecimiento de las hipotecas? Empecinado en mantener transferencias masivas en frío del sector productivo al sector financiero, sabe que sólo puede mantenerse dando por no oídos los argumentos anteriores. Se refugia tenazmente en la misión que Maastricht ha otorgado al BCE, pero no se le ha ordenado la manera de hacerlo. Y él elige la peor de las posibles.
 
Para su desgracia doctrinal, Sarkozy tiene en su despacho un importante y documentado alegato mío, del cual sólo puede defenderse empeñándose en no darse por enterado. También han recibido el meritado documento Javier Solana y Durao Barroso.

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