Planteado el tema al que alude el título me complazco en entrar en el mismo resumiendo mi obra de varios decenios de trabajos y estudios. La expongo y resumo en mi último libro La lucha de clases en el siglo XXI (visión política de las crisis de nuestro tiempo), Edit. ESIC. En el siglo pasado ha habido acontecimientos de tal categoría que permiten recordar los principios básicos del marxismo científico y de su remedio y denuncia de la contraposición social entre dos grupos claramente definidos e identificados.
La esencia del marxismo cabe en dos párrafos: la evolución de los medios de producción es el motor principal de la Historia: “El telar de mano engendró la sociedad feudal, el telar mecánico engendró la sociedad capitalista”. El telar de mano pertenecía a quien lo manejaba, el mecánico, por su elevado coste solo podía pertenecer a unos pocos. Esa evolución en régimen de propiedad privada creaba dos clases, los dueños de esos medios y los que solo tenían sus manos y su trabajo para ponerse a su servicio. Y el desequilibrio de fuerzas conducía fatalmente a la explotación del grupo poseedor de los medios contra los que solo poseían su capacidad de trabajar.
El remedio tenía que pasar fatalmente por una expropiación violenta de los medios de producción que debían pasar a manos del Estado. El marxismo consiguió crear el espíritu de clase entre los obreros, que a su vez organizaron y crearon la resistencia masiva de las víctimas. Y con ello las fuerzas y el abuso básico perdieron virulencia.
En el prólogo de El Capital cuando Marx tiene conciencia de la fuerza que acaba de denunciar, escribe: “Los investigadores de ciencias sociales tienen un enemigo que no encuentran nunca los investigadores de otras ciencias: las furias de los intereses privados”
El dinero en tiempos de Marx y desde su aparición en la Historia hasta la revolución monetaria de los años 30 era una cosa valiosa en sí misma y un dato para los gobernantes. Marx escribe: todas las mercancías en medio de su abigarrada composición equivalen a una cierta cantidad de oro”. El dinero era un medio de producción por cuanto siempre hubo relación directa entre su cantidad y la cantidad de productos fabricada con él. Pero Marx no incluye este medio de producción porque su naturaleza metálica lo convertía en inmanejable desde el Poder.
Ocurre que en 1931, el 21 de septiembre para más señas, el mundo abandona el patrón oro y el dinero pasa de oro a papel. De ser una cosa y dato pasa a ser nombre y variable política. Si este hecho se hubiera producido en tiempos de Marx su obra lo habría incluido entre los medios a nacionalizar y gobernar desde el Poder. Dicha revolución cambia la sociedad y reproduce el argumento inicialmente citado: la evolución de los medios de producción es el motor principal de la Historia. Y no hay medio más importante ni que haya evolucionado más que el dinero cuando pasa de oro a papel.
Este hecho impresionante tenía que someterse a razón y Keynes nos da los criterios para que la sociedad se beneficie de él y el gobernante sepa como manejar ese inmenso poder que para bien de los hombres la citada revolución monetaria ha puesto en sus manos. Y ese poder, lo recuerdo, lo actualizo y relanzo con importantes ampliaciones en mi obra y libro citado. Esas ideas ofrecieron al mundo la triple y gloriosa conquista pleno empleo, sociedad de consumo y estado de bienestar. El capitalismo, apoyándose en un principio marxista vivió su etapa de oro.
Tras la crisis energética se vive una contrarrevolución monetaria que privatiza la ceración de ese medio monetario transformado. La independencia de los bancos centrales y la libre circulación de capitales privatizan sustancialmente la creación, precio y distribución del dinero. Y con ello reverdece pujante y vigoroso el principio marxista básico citado al comienzo: ha habido evolución sustancial y radical de un medio de producción esencial y ese medio ha caído en manos privadas.
En consecuencia, la minoría que ha arrebatado al sector público semejante poder oprime y explota al resto de la población trabajadora y consumidora, y se repite la contraposición social con ella, una nueva lucha de clases: los que manejan la creación y distribución del dinero –el sector financiero- oprime al sector productivo. Ha surgido una tercera clase que actúa en contra de las dos anteriores fundidas inadvertidamente en una sola clase. Esta tesis es de difícil aceptación por parte de la derecha convencional por lo que tiene de resurrección del marxismo científico. Y por la izquierda convencional por lo que tiene de defensa del empresario.
Termino con esta frase de Schumpeter en su Capitalismo, socialismo y democracia: “La mayoría de las creaciones del intelecto perecen en el tiempo que va de una sobremesa a un generación. En el caso de Marx, la misma imposibilidad de herirlo mortalmente prueba el poderío de su construcción. El Capital, semidesmantelado por mil afortunados ataques aún levanta ante nosotros su imponente silueta”.