Reactivación inmediata al alcance de una mano

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El debate sobre la crisis económica crece en relevancia a medida que se acumulan más datos negativos. El Poder no sale de su esfera dialéctica centrada en la minusvaloración de los hechos y la oposición reprocha una y otra vez la pasividad gubernamental sin acertar a decir qué medidas son las que echa de menos en la acción de gobierno. Y no lo dice porque tampoco tiene en sus cuadros sugerencias positivas que hacer, aparte la importante y positiva propuesta de reforma fiscal a la baja, en lo que tiene ciertamente a su favor el encontrarnos situados en la parte descendente de la curva de Laffer, ya aludida en comentarios anteriores.
El origen de la crisis creciente empezó con el ataque por la espalda a la Unión Europea perpetrada desde el BCE por obra del empecinado Trichet. Por esta vez la solución es simple, sencilla, incruenta y fulminante. Vamos a situarnos en septiembre de 2003 con un tipo de interés oficial del 2%. Las subidas acumulativas mes a mes impuestas por Trichet, que aumentaban mes a mes por término medio a la mitad de la población, endeudada por la mitad de su renta y por la mitad de su vida en cifras mensuales próximas a 100 €, consiguieron el efecto de las progresiones geométricas ya que cada incremento se sumaba al anterior.
Con ello se disminuyó en unos 20.000 millones de euros la capacidad de compra de la mitad de la población española, caída cuyo sentido aumentó dramáticamente con la subida espectacular del coste de los alimentos. Esta doble agresión económica tenía que producir el efecto de paralizar la compra de viviendas, no sólo por disminución de la renta real de las personas sino por el temor fundado a que comprar una vivienda se tradujese en una aventura de carácter creciente por la subida vivida en los dos últimos años.
El efecto paro era de esperar, y se ha producido. Y necesita un remedio urgente y efectivo de inmediato. Y este remedio existe y no vale el argumento de que no podemos influir en el BCE en cuanto es posible resucitar la denuncia de Sarkozy. ¿Es posible bajar de golpe el tipo de interés y ponerlo al nivel de septiembre de 2003?: la decisión depende de una sola mano y no hay precio alguno que pagar por la misma. Es sencilla y gratuita. Mas que prometer 400 € de regalo por una sola vez, es eficaz reducir como mínimo en 200 € mensuales el pago de todas las hipotecas encarecidas y ello por tiempo indefinido. De entrada se reactiva la demanda, se contiene el paro y se devuelve la confianza si esa bajada de tipos se completa con una censura expresa y renuncia a la política antiinlfacionista contraproducente de Trichet. En la UE hay poder constituyente capaz de censurar a Trichet y destituirle por llevar al revés el mandato recibido. Porque para estabilizar los precios hay dos caminos. Uno, encarecer la financiación, congelar los salarios para que la gente no pueda comprar, y a cosas más caras con menos salario, menores precios.
Pero este método agresivo puede sustituirse por ese otro: para contener los precios vamos a reducir el coste de financiación, que es parte del coste total. Con ello puedo aumentar la oferta, y la demanda, no agobiada por la restricción, aumenta su nivel de consumo y se aleja la amenaza de paro.
Hay pues una manera cruenta y otra incruenta de luchar contra la carestía. Trichet ha elegido la cruenta. Y su resistencia a entrar por la vía incruenta puede ser objetada con nuestra argumentación. Paralelamente el BCE puede pasar del 5 al 1% en sus préstamos al sistema financiero incrementándose así de forma gratuita el impacto reactivador.
El PP no ha ofrecido hasta ahora sugerencia positiva alguna y cuando se esperaba de Pizarro alguna novedad, todavía estamos esperando que nos sorprenda con algo distinto. Que no sea accesible a gobierno ni a oposición no significa que no haya obligación de proclamar y pedir algo tan sencillo como este plan que tuvo en su momento nada más y nada menos el respaldo del presidente de Francia. El enemigo de esta tesis y plan lo forma la colección de economistas cenizos que se distribuyen por igual entre el gobierno y la oposición.

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