Al excelente relato de José Javier Esparza en su Gesta Española sobre la conquista de Granada me complazco en añadir algunos bellos detalles. La caída de Granada tiene mucho que ver con las luchas internas entre dos linajes nobles: Abencerrajes y Zegríes, la nobleza procedente de Córdoba y expulsada de ella en 1236 por Fernando III El Santo y la nobleza autóctona. Esas luchas dieron lugar al más bello de los romances moriscos, el desafío de Zaide a Tarfe:
Marineo Sículo, que junto con Pedro Martir de Anglería y Elio Antonio de Nebrija, formaba el club de literatos de que se rodeó Isabel, describe la entrega de llaves de esta bella manera: “El Rey de antes, Boadel, salió al encuentro del rey Fernando con cincuenta de caballo. Iba triste, como que lloraba y llegando a Don Fernando intentó besarle la mano, le dijo: Mucho te quiere Dios, toma las llaves de este paraíso. Interviene la reina Isabel, que está presente y lo consuela con estas palabras: Lo que la suerte te quita, te lo resarcirá nuestra amistad”.
Para compensarle se le dio el reino de las Alpujarras por cuyos habitantes aún corre mucha sangre mora.