Rajoy ha anunciado que eliminará el IRPF para los salarios inferiores a 16.000 euros anuales. Eso afecta a una parte importantísima de la población. Y si esa gente deja de pagar impuestos, ¿cómo se va a financiar el Estado? La respuesta es: el Estado tendrá ingresos derivados de la actividad liberada por esa bajada de impuestos, porque los ciudadanos podrán consumir más. ¿Es un cálculo erróneo o es viable? Es viable. Para entenderlo hay que tener en cuenta cuáles son las reglas fundamentales del sistema impositivo y su lugar dentro de la economía de un país. Aquí lo explicamos.
Manuel Funes Robert
La impactante iniciativa fiscal anunciada por el PP ha dado origen, como suele ocurrir, a un debate viciado por el hábito de la generalización. Cuando dos individuos o entes privados se reparten un determinado pastel, la alteración del criterio de distribución no influye en el volumen de lo repartido, y lo que uno se lleva de más, el otro se lleva de menos.
Así funciona la recaudación de impuestos
Estas reglas sencillas no son de aplicación cuando uno de los dos sujetos es el Estado, especialísimo y poderoso sujeto. Cuando él es parte, la alteración del criterio de distribución entre Estado y contribuyente puede aumentar o disminuir el volumen de la renta repartida. Y también ocurre que el que renuncia a recibir más, acaba a la postre recibiendo más que si no hubiera hecho tal renuncia. La recaudación es el producto de la base imponible por el tipo impositivo, y la relación entre ambas magnitudes la expresó gráficamente y con elegancia el famoso Laffeir y su también famosa curva.
Dicha curva tiene por eje X los tipos impositivos, y en el eje de las Y la recaudación. La curva arranca en el origen y es convexa hacia el eje de las Y. Es una clásica campana de Gaus. A incrementos iguales de tipos impositivos, corresponden incrementos decrecientes de la recaudación, hasta llegar a un máximo a partir del cual los sucesivos incrementos de tipos se corresponden con decrecimientos más que proporcionales de la recaudación; un tipo que, al hacer imposible la actividad, convierte en nula la recaudación.
Para medir el impacto de una reducción drástica de tipos IRPF en la recaudación total hay que plantearse en qué rama de la curva nos encontramos. Si estamos en la ascendente, la reducción de tipos se traducirá en reducción de ingresos; pero si estamos en la zona descendente, la reducción de tipos aumentará la recaudación. Y es que ésta, la recaudación, es el producto de base por tipo, y si el tipo influye en la base, está claro que no puedo opinar únicamente sobre los efectos de la variación del tipo.
¿Es posible bajar los impuestos en España?
¿En qué situación nos encontramos en la España actual? Hay motivos para pensar que en la parte descendente de la curva, y por tanto, hay que darle la razón a Rajoy cuando dice no temer una pérdida de ingresos. Al nivel actual de presión fiscal hay que sumarle una componente extra del mismo impacto contra la renta del contribuyente: la subida continuada de las hipotecas, nacida de una voluntad tan independiente como equivocada y que, si de momento ve contenidas sus ansias confiscatorias, está alerta ante la menor ocasión que se le presente. Por ello, el PP ha recibido un informe pormenorizado con la propuesta de que se una de manera abierta y solemne a la iniciativa de Sarkozy en contra de la independencia del BCE.
Posiblemente ha desoído tal consejo por el temor que todos los políticos tienen a molestar al sistema financiero, que ha hecho el mejor negocio de su historia con las levas gigantes y transferencia masiva de los hipotecados a los bancos.
Otro error común entre los hacendistas poco preparados es identificar la progresividad de los tipos impositivos con la progresividad del sistema impositivo. También es falso. Es posible que buscando más progresividad con mayores tipos –el vicio de la izquierda- se haga al sistema más regresivo.
Lo vio con claridad un estadista, Reagan, que en su visita España dijo: “A mi vuelta a EE UU vamos a reformar el IRPF, reduciendo a dos el número de tramos, 15% para la mayoría, 29% para las superrentas, pues no vemos nada de progresivo en que las gentes tengan miedo a progresar”.