Los medios han conmemorado el vigésimo quinto aniversario de la victoria socialista en 1982. Se ha hablado mucho de la victoria de Felipe González y, al hacer balance, también de su derrota en 1996. Una derrota que tuvo razones económicas muy nítidas: la catastrófica política de tipos de interés de Boyer y Solchaga, que arruinó España. Tuvimos los tipos más altos, la inflación más alta y el paro más alto de toda Europa. No contentos con eso, después exportaron el modelo a Argentina.
La caída de Felipe González se ha atribuido en estos días al GAL y a la corrupción. El GAL no le quitó ni un voto y la corrupción es una constante demasiado extendida para ser determinante de un vuelco político. La caída tiene otro origen y para eso vamos a hacer una historia comúnmente tenida por maestra de la vida.
Al servicio de la usura
FG montó su campaña en torno a un plan de expansión que prometía 800.000 puestos de trabajo, para lo cual necesitaba una financiación previa, abundante y barata que es condición necesaria y en general suficiente para la abundancia de las cosas y de los empleos. Es mi Principio de Financiación Creciente. Días antes de las elecciones, Felipe habló por televisión y dijo: "Yo estaría de acuerdo con los altos tipos si sirvieran para frenar la inflación, pero es que no sirven ni para eso". Planteado así su proyecto, cometió el desatino de entregarle el poder económico a Boyer y Solchaga, que de socialistas sólo tenían el nombre, pues lograron poner al PSOE al servicio de lo peor de la derecha: la usura en la política económica.
Las cifras que voy a manejar pueden producir escándalo, especialmente en los jóvenes, que pueden haber olvidado la cura cruenta de usura que en cifras voy a descubrir. Y para que no haya dudas, revelo la fuente: pagina 43 de ABC del 16 de diciembre del 97. Las cifras se refieren a tipos de interés en origen, impuestos por el Banco de España al 31 de diciembre de cada año:
Año 1981, tipo de interés al 19,88%. Año 1982, tipo del 20,25. Año 1983, tipo del 20,56. Año 1987, tipo del 13,87. Año 1989, tipo de interés del 14,5%. Año 1990, tipo del 14,7. Año 1992, tipo del 13,75. Año 1995, tipo de interés del 9%.
El máximo histórico se corresponde con el comienzo de la etapa González y sólo diez años más tarde inicia un descenso leve, después de haber castigado a la nación entera, a sus empresarios y a sus consumidores con tipos de interés que en destino eran de dos a tres puntos mayores. Se hacía para contener la inflación, y ésta y el paro eran los mayores del continente.
Boyer y Solchaga confundían la causa con el remedio y nunca supieron distinguir en economía las relaciones circulares de las relaciones lineales. Corresponden a la etapa FG los mayores tipos, el mayor paro y la mayor inflación del continente. Y esto es lo que le quitó el poder.
La exportación del modelo
Solchaga, tras haber semiarruinado España, viajó a Argentina para hacer otro tanto. Convenció a Menem de que el principio y fundamento era hacer del peso una moneda fuerte, convenció al pobre justicialista de que impusiera por ley la paridad del peso con el dólar y mantuvo en vigor semejante disparate durante varios años. Como desde Argentina no se podía controlar la cantidad de dólares y sí la cantidad de pesos, había que hacer disminuir la cantidad de pesos para hacer posible el intercambio paritario impuesto por ley. Y como la restricción monetaria en pesos era insuficiente, hubo que llegar a un despojo encubierto de las rentas ganadas por las gentes, prohibiendo a éstas retirar de los bancos parte importante de lo que habían ganado con su trabajo. Este fue el famoso corralito.
Los gobernadores de provincias, ante la ausencia de numerario en pesos, pensaron en emitir monedas propias a nivel de sus provincias. Falto el comercio de dinero, apareció el trueque; y por último, el hambre en un país que era un gran exportador de trigo y carne. Los emigrantes tenían que pedir alimento a sus abuelos de España. Las víctimas del despojo que acudían a los tribunales recibían amparo de éstos, que ordenaban el pago de los salarios confiscados. Pero esos pronunciamientos solo abarcaban a los pleiteantes, nunca tuvieron carácter general.
El argumento para negar el pago era evitar que el salario cobrado se transformase en dólares de acuerdo con la ley vigente, cuando no eran dólares, sino comida lo que estaban necesitando. Por entonces, el Dr. López Murphy hizo una alusión pública a mi libro "La lucha de clases en el siglo XXI" (Edit. ESIC, 1997), que llamó la atención a un justicialista importante, Eduardo Setti, lo que dio origen a un intenso y fructífero intercambio de opiniones que se situó en la base de la reacción anti Solchaga dentro del peronismo. Posteriormente, Lavagna aceptó nuestros planteamientos, eliminó el corralito y Argentina volvió a resurgir.
Esta historia colateral viene a cuento porque Boyer y Solchaga, bajo el mando de Rojo, no sólo vetaron y arruinaron el famoso plan de Felipe González sobre los 800.000 puestos de trabajo; arruinaron también a una nación hermana. La Historia, maestra de la vida.