Lo que ocurrió el otro día en el Congreso parecía no sólo tragedia de Esquilo, de Sófocles, de Shakespeare, sino corrida de toros narrada por Hemingway.
Abascal, cuyas cualidades de jefe se han afirmado en su paso honroso de la Carrera de San Jerónimo, ha levantado una bandera. Toda España lo ha visto. Y éste es un país impredecible al que, a veces, la gallardía enamora, para confusión de los pragmáticos y los calculadores.
El mundo se aproxima a un incremento de la tensión que resultará insostenible si Biden alcanza la presidencia de Estados Unidos, que volverá a la misma política agresiva de Obama y Hillary Clinton.