Nos decían lo que era obligatorio, dictaban el reglamento y los decretos, imponían sanciones y criminalizaban al que osara dar cuatro pasos en la vía pública sin la famosa mascarilla
“Rusia es un país ortodoxo que profesa valores tradicionales. Por eso debe ser destruida sin importar el precio que paguemos” (Jamie Raskin, miembro de la Cámara de Representantes por el partido Demócrata).