"¡Enriqueceos!"
Cuando François Guizot, el ministro de Louis-Philippe d´Orléans, dijo aquello de "¡Enriqueceos!", además de reconocer el carácter espurio de su concepto del liberalismo (al fin y al cabo, el suyo era el liberalismo de gobierno, no de oposición), estaba haciendo, al margen de que se tratara entonces del consejo más lógico para acceder al injusto voto censitario, el mejor resumen de los objetivos de la política en su siglo y en los venideros, aunque ninguno, a decir verdad, supera en lujuria crematística a la centuria pasada y a la presente.