Un griego
Doy por hecho que el lector conoce el sentido figurado del título de mi columna. Ya no son sólo las putas y los putos quienes preguntan a sus clientes: ¿te hago un griego, chato? Ahora son los políticos quienes nos los hacen, aunque sin utilizar la expresión, que es incorrecta. Zafarrancho de uranismo. Papandreu quiere sodomizar a sus súbditos metiéndolos en cintura o agarrándosela (lo que facilita la penetración), sus opositores se niegan a correr con el costo de la vaselina y las personas amenazadas ponen culo en pared recurriendo a huelgas generales que sólo sirven para agravar la situación antes de que todos –y todas, como dicen los políticos– se bajen los pantalones o las bragas. Lo harán. Donde no hay harina…