En los albores de una reforma laboral no negociable impuesta por no se sabe muy bien quién o qué autoridad supranacional, es conveniente realizar una serie de reflexiones que nos permitan visualizar el bosque económico patrio, más allá de estas ramas laborales. No podemos caer en la trampa de iniciar ahora eternos debates sobre si los famosos 20, 30 o 40 días de salario por año trabajado lograrán crear más empleo o no. Hay que ir más allá.
¿Qué salarios va a haber en un país cuya economía se basa en la prestación de servicios de unos trabajadores a otros, y donde no se produce nada que posea un valor añadido sustancial?. Esto se lo deberían haber planteado aquellos políticos que liquidaron todo nuestro sector industrial y agroalimentario, dejando a España indefensa y convertida en un páramo económico de servicios y ladrillo. ¿Cómo hemos llegado a este páramo industrial y productivo? La respuesta no es rápida y además no viene de ahora. En los años 80 el socialismo gobernante convenientemente guiado por los poderes fácticos internacionales inició el desguace industrial de España, llamado eufemísticamente “Reconversión Industrial”, allí se liquidó nuestra industria pesada y parte de la de componentes, a cambio se recibieron ingentes subvenciones de la UE para acallar las posibles protestas. En una segunda fase, los franceses se encargaron de liquidar nuestro sector agroalimentario para que jamás levantara cabeza. España con su potente agricultura y pesca estaba en óptimas condiciones para crear una industria alimentaria capaz de hacer sombra a la italiana y a la francesa, dejando la distribución en manos francesas estos nos inundaron con sus productos haciendo que el sector agroalimentario se quedara estancado. Luego ha venido el sector pesquero que han obligado a desguazar mientras la flota francesa aumentaba.
Se nos dirá que era el precio por entrar en “Uropa” y ser europeos al fin. Bueno desde la llegada de los celtas España es Europa o si no antes como lo demuestra el origen antiquísimo del pueblo íbero y de su extensión por la cuenca mediterránea, sur de Francia y Cáucaso. Lo cierto es que es una de las pocas ocasiones de la historia donde se negocia un acuerdo más perjudicial que el anterior. El anterior data de la época franquista y era un acuerdo de comercio preferencial, que nos daba mejores condiciones que las que luego obtuvimos con nuestro ingreso.
Siguiendo con la pequeña historia de nuestra ruina económica, los últimos sectores en caer han sido el juguetero y el del calzado. La apertura comercial al gigante asiático (China) ha hundido a este sector incapaz de competir con los salarios de miseria que se pagan en las fabricas chinas. La caída de un sector hace de efecto multiplicador arrastrando a muchos otros con los que tiene conexión.
Esto a grandes rasgos nos ha convertido en el páramo actual. Estamos en un callejón sin salida, no por abaratar salarios se va a crear empleo, el problema es de base, y es anterior como ya hemos descrito.
Por ejemplo, en Alemania la creación de empleo y el aumento de la competitividad no se basa en los salarios bajos. Pero para nuestra desgracia, este debate ya es superfluo, ya que no hay nada que hacer, salvo pedir responsabilidades a todos aquellos que han desmontado nuestro aparato productivo. No hay actualmente una alternativa económico-empresarial al ladrillo y al sol y playa.
¿Una reforma laboral que adecue las condiciones laborales nacionales a los estándares internacionales posibilitará una reactivación económica y un cese en las deslocalizaciones empresariales? Permítanme que lo dude, el problema no está solo ahí. Aún así, déjenme que les deje algunas reflexiones realizadas por un español de a pié al respecto de nuestro mercado laboral.
1.- Los salarios españoles, medidos en poder adquisitivo del trabajador, ocupan uno de los niveles de los más bajos de Europa. Esto podría posibilitar que fuésemos competitivos en alguna cosa, pero la realidad nos demuestra lo contrario.
2.- No es lo mismo lo que el trabajador cobra líquido que lo que supone el gasto total salarial para la empresa que lo contrata. Los gastos de la Seguridad Social por cuenta de la empresa son bastante elevados, pero tal y como está la Seguridad Social montada (con ¡millones! de inmigrantes beneficiándose de ayudas y servicios) es imposible que este gasto pueda reducirse. Es en esa diferencia donde está el meollo de la cuestión. La perversión del actual modelo hace que rebajar esa diferencia sea casi imposible, ya que ahí es donde descansa básicamente el Estado de Bienestar degenerado en Esquema Piramidal o Ponzi. Aparatos sindicales, el “paro” de los inmigrantes, sanidad pública gratuita hasta para ilegales, despilfarros ministeriales... demasiados gastos a los que debería ponerse coto, pero para lo que hasta ahora no existe voluntad de hacerlo.
3.- Los gastos de despido son elevados, pero esto va en juego con unos salarios bajos, en una correlación similar a la de la rentabilidad y precio en un bono. Luego por lógica, si se baja el gasto de despido, se debería elevar el salario que percibe el trabajador.
4.- Muchos de los despidos que se realizan, son en realidad pagados por el Estado utilizando el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA). Por lo tanto, su coste pasa estadísticamente a formar parte del coste salarial que soporta la empresa, aunque en realidad este gasto está “socializado” y lo pagamos todos.
5.- La productividad en las empresas en España es muy baja debido al horario partido, en lugar de utilizar la jornada continua, que posibilita la conciliación de la vida laboral y familiar (modelo europeo o anglosajón). Estamos mal organizados: en todas las empresas se prima la apariencia, el ocupar el puesto de trabajo de sol a sol aunque no se esté siendo productivo. En muchas de ellas hay un exceso notorio de cargos directivos nombrados a dedo (poco productivos y bien pagados); y además, en las medianas y grandes empresas el número de horas sindicales dilapidadas es abrumador. Esto tiene el efecto perverso de encarecer salario/hora global, aunque el coste salarial de los que realmente trabajan sea bajo.
Además en España hay un grave problema de falta de meritocracia, el enchufismo y los cargos ociosos predominan por doquier en la gran empresa. Una de las ventajas que nos daba en Europa lo bajo de nuestros salarios en sectores tecnológicos ha sido ahogado por la estructura aberrante de este sector, lleno de directivos colocados a dedo cargos de gestión con nula experiencia técnica y sobre todo por la existencia de numerosas ETT camufladas de empresas de servicios que hacen que los costes de nuestra industria de software y de TI sean similares a los del resto de Europa.
6.- La productividad a nivel macro de la economía española es baja. Pero no podemos olvidar que esto es en gran parte debido al peso que tienen determinados sectores intensivos en mano de obra en la economía española (construcción y determinados servicios). Por tanto, en el actual modelo económico es muy difícil aumentar la productividad aparente, matizando además que no es lo mismo la productividad de un país que la productividad de sus empresas, y que ésta, es muy difícil de arreglar desde el Gobierno.
Se habla mucho de la innovación el I+D etc… que dicho en boca de políticos que jamás han trabajado en la empresa casi suena a tomadura de pelo. La iniciativa pública nos ha convertido en punteros en algunos sectores tecnológicos, pero esto ha sido la excepción y no la regla. Los grandes sistemas de información se han inventado fuera y aquí nos limitamos a implantarnos con mejor o peor éxito, ser técnico o experto programador, consultor o analista es mirado con desprecio frente a los puestos de gestión que son los que disfrutan de grandes salarios pero que realmente aportan muy poco valor añadido.
En los sectores de ingeniería industrial la mayoría de puestos interesantes, de diseño y nuevas patentes se producen en Alemania y Francia siendo España un sitio para la fabricación en el mejor de los casos o simplemente una estructura comercial. Aquí se quiere el dinero rápido y “Que inventen ellos”.
7.- Los inmigrantes que han llegado han acentuado este déficit de productividad aún más, ya que en su mayoría suponen mano de obra de muy baja cualificación y de dificilísima re-ubicación laboral. Es necesario ligar la permanencia en España con el contrato de trabajo como se ha está intentando en Italia. Además ha quedado demostrado que el “apuntalamiento” del Estado de Bienestar mediante la incorporación incontrolada e ilimitada de inmigrantes al sistema es insostenible. Lejos de apoyar la recuperación del sistema incentivando la natalidad autóctona, una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno ZP ha sido la supresión del “cheque bebé”, demostrando así su miopía política y su falta de visión de Estado.
8.- Sobra población activa. No hay más vuelta de hoja: o se procede a repatriar de forma decidida y ordenada a contingentes de inmigrantes, o este sistema, por el que han luchado varias generaciones de españoles, simplemente desaparecerá. Durante los últimos diez años la versión oficial ha sido que los inmigrantes “únicamente venían para trabajar”, y por lo tanto, si seguimos esta lógica que nos han vendido, al igual que el fontanero que ha terminado su trabajo en un domicilio de un cliente, muchos de los inmigrantes que vinieron, una vez han cumplido “su función” deben retornar a su hogar.