Todos sabemos (o deberíamos saber) hasta qué punto el patrioterismo chulesco e infatuado que imperaba en otros tiempos (y que, en España, aún impera en alguna región) es una pesadilla que ha causado los peores daños a Europa. Sin embargo, lo que ha sustituido al patrioterismo de ayer —el mundialismo desarraigado para el que no hay ni historia ni pasado, ni culturas y pueblos; para el que sólo hay la masa de individuos apátridas del presente— no es en absoluto mejor: es infinitamente peor.
El sueño (la pesadilla) del mundo como página en blanco
Los globalizadores mundialistas, peores que los nacionalistas patrioteros
«Estableceremos —escribía Jen Monnet, uno de los fundadores de la actual UE— una Europa federal que esté liberada del peso de los siglos y de las imposiciones de la geografía, y que no efectúe ninguna referencia las realidades nacionales.»
Todos sabemos (o deberíamos saber) hasta qué punto el patrioterismo chulesco e infatuado que imperaba en otros tiempos (y que, en España, aún impera en alguna región) es una pesadilla que ha causado los peores daños a Europa. Sin embargo, lo que ha sustituido al patrioterismo de ayer —el mundialismo desarraigado para el que no hay ni historia ni pasado, ni culturas y pueblos; para el que sólo hay la masa de individuos apátridas del presente— no es en absoluto mejor: es infinitamente peor.
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