Mienten todos. Mienten quienes dicen que Paco de Lucía se ha muerto, mienten quienes pretenden que su vida se ha acabado. No, ahí está, ahí estará para siempre. Porque la belleza no muere. Porque sólo el arte escapa a la Parca. Sólo él nos engrandece. Sólo él nos salva.
Sobre todo hoy. Cuando no nos queda nada más. Sobre todo hoy, cuando en nuestro erial de vulgaridad y cochambre, todo un pueblo —lo que de él queda— ha sabido, por una vez, alzarse y reconocer al músico más grande entre todos los grandes.
Aún queda algo, aún no se ha muerto del todo el espíritu, cuando entre los arpegios de una guitarra todo un pueblo, reconociéndose en lo universal de su destino, es capaz de tributarle semejante homenaje mientras desfila ante el féretro al que recubre la bandera que este mismo pueblo —unos por odio, otros por indiferencia— escarnece cada día.
Grabación en directo en el Festival de Jazz de Montreu - 2012
La reconciliación de la guitarra clásica y la flamenca.
Concierto de Aranjuez. Interpretado en Torrelodones (Madrid), 1991, con
presencia del maestro Joaquín Rodrigo, quien tabraza a Paco de Lucía.