Es posible que la cosa acabe en agua de borrajas. Es posible (pero no se sabe nunca…) que no lleguemos a ver a obreros alemanes desmontando las columnas del Partenón para llevárselas a un museo de Berlín de modo parecido a como los ingleses desmontaron sus frisos en el siglo XIX para llevárselos al British Museum. Además, en caso de que llegaran mancillar la tierra sagrada de Grecia (pero ¿qué saben éstos lo que sea Grecia y lo que sea una tierra sagrada?), hoy tampoco lo harían para llevarse columnas, estatuas y capitales a un museo, sino para vendérselas al mejor postor. Pero da igual lo que hagan lo que hagan o dejen de hacer. El mero hecho de que mercaderes y traficantes de dinero hayan podido pensar de nuevo en “traer putas a Eleusis”, en meter sus sucias pezuñas sobre los sagrados templos de nuestro origen y de nuestro ser —palabras que, en su ignorancia, ni siquiera comprenden— es suficiente para escupir a la cara de estos miserables.
"Trajeron putas a Eleusis", cantaba Ezra Pound
antes de que los americanos lo encerraran por loco
Quieren obligar a Grecia a vender nuestro patrimonio artístico
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