ANTONIO MARTÍNEZ En nuestro anterior artículo sobre Bernardo Bertolucci señalábamos cómo el director italiano mitificaba el paraíso del sexo adolescente, masturbatorio e incestuoso en Los soñadores. Pero la cultura contemporánea nos proporciona un símbolo mucho más revelador aún de la función espiritual que el sexo ha pasado a desempeñar en la sociedad occidental de nuestros días: nos referimos a La vida sexual de Catherine Millet, sin duda el mayor escándalo editorial de los últimos tiempos.