Ponemos deberes a los sindicatos
No pasa nada porque suba la inflación; los que tienen que subir son los salarios
MANUEL FUNES ROBERT En la década de los 60 estrené mi primer coche. Me costó 90.000 pesetas, aparcaba sin dificultad todos los días en la proximidad del ministerio donde trabajaba. Por la noche me entendía con el sereno del barrio, a quien le decía: “este coche duerme en la calle, tenga usted cuidado de él”. Me respondía: “como tengo dos calles a mi cargo, apárquelo cerca de la esquina”. El coche equivalente en la actualidad vale tres millones de pesetas, la inflación acumulada ha multiplicado por 30 el precio de partida y hoy no hay sitio donde situarlo prácticamente en ninguna parte de la ciudad. Es decir, la capacidad adquisitiva de las personas ha aumentado de forma inversamente proporcional a la pérdida de capacidad adquisitiva de la peseta.