Mientras el FMI de Rato y los ministros españoles se enfrentan en polémicas vanas en torno a dos décimas más o menos de aumento esperado del PIB, masas crecientes de ciudadanos se han visto empobrecidas sin cesar por las agresiones crediticias de Trichet el empecinado, presidente del Banco Central Europeo. A esos agobios se suma ahora el repentino encarecimiento de la cesta de la compra. Ambos fenómenos tienen fácil solución y dependen de una sola medida. Aquí la detallaremos.
Manuel Funes Robert
Frente al tema vivienda, el Gobierno intenta reducir el coste hipotecario sin oponerse a la política del Banco Central Europeo y contentándose con reducir los costes burocráticos de la operaciones hipotecarias. El tipo de interés es el único precio que, estando presente en todos y cada uno de los costes de las cosas, su cuantía depende de una sola mano por un imperdonable abandono de los políticos de nuestro tiempo.
El famoso 6 de septiembre, una fuerte presión obligó al BCE a renunciar a la prevista subida de tipos de interés, la novena en pocos meses, pero Trichet tenía una segunda arma: maniobrar para que subiera el Euríbor, que junto con el tipo de interés básico que pone el BCE figura como referencia móvil en todas las hipotecas de la zona euro recientes o antiguas. Logró esa especie de venganza poniendo precio de usura a los préstamos o anticipos que el BCE hace a los bancos privados para suministrarles liquidez. Decimos usura porque ésta se mide no sólo por lo que se cobra por un préstamo, sino por la diferencia entre lo que se cobra por el préstamo y lo que cuesta obtener el dinero prestado.
El BCE, como todo instituto emisor, tiene el poder de crear de la nada a coste prácticamente cero el dinero que decida quien tenga en sus manos la máquina de hacer billetes, esa máquina que la televisión nos muestra en funcionamiento un día sí y otro también, como si quisiera descubrirnos el último origen de la financiación.
La usura
Los préstamos del BCE al sistema financiero, por siete días o por menos, nacen de la referida máquina a coste prácticamente nulo y los presta al 5%, un punto más del tipo básico. Y este encarecimiento innecesario por parte de quien podría prestar al 1% sin sufrir perjuicio financiero alguno, determina a su vez que el interbancario sea alto, ya que quien podía reducir las tensiones internas entre bancos, renuncia libremente a hacerlo para lograr lo que en secreto buscaba Trichet: encarecer las hipotecas. Por este procedimiento consiguió el 30 de septiembre lo que no logró el 6 del mismo mes. El 4 de octubre no subió de nuevo, pero anunció que sigue vigilante ante las presiones inflacionistas que él mismo despierta con sus encarecimientos continuados de ese factor de producción universal que es el dinero. Con otra agravante de tipo jurídico: presta a precio de usura lo que no le pertenece.
El dinero creado de la nada, que es afortunadamente el origen natural y para siempre del dinero, no tiene más dueño legítimo que la sociedad representada por el Estado. Es el más público de todos los bienes y el que lo produce no es su dueño. Tampoco el que lo recibe, pero el Estado tiene en la creación de las disponibilidades liquidas adicionales un poder exclusivo y legítimo a perpetuidad. Conceder independencia de los gobiernos a un ente para que maneje esa máquina con criterios que pueden no coincidir con el interés público es acercarse a la privatización de la creación de un bien público de interés capital.
En lo económico, lo jurídico y lo político, la Unión Europea ha cometido el mayor atentado contra sí misma y contra la población de los países de la zona euro.
González Páramo, del equipo de Trichet, ha dedicado una página de ABC del 7 del actual a defender a su jefe con argumentos tan pueriles y vanos como los que siguen: “Trichet dispone de una excelente información en la que basa sus decisiones”. La información vale poco si se carece de formación y, en efecto, Trichet y su equipo no aciertan a relacionar variables tan importantes como nivel y precio de la financiación con nivel de actividad y de empleo. Pero dice más el colaborador: “El BCE ha reunido un capital inmenso”. Aquí se queda corto, porque no es inmenso sino ilimitado, en cuanto se forma con la impresora mágica. Es la que le ha permitido lícitamente crear y distribuir muchos miles de millones de euros.
El caso es que este hombre ha sustraído a la población de la zona euro 22.000 millones de € en España y 75.000 millones de € en el resto de la zona euro. Y al separarse tanto de la política monetaria de los EEUU, ha logrado no sólo empobrecer a la población, sino también amenazar a la industria europea, que está perdiendo sus mercados en los EEUU por la revalorización del euro respecto al dólar.
La solución es tan fácil como barata e incruenta. El Consejo de Ministros de la UE debe reformar el Tratado de la Unión eliminado la independencia del BCE. Y como mínimo, destituir a Trichet por no cumplir con el mandato recibido de mantener la estabilidad de los precios, pues para ello dispone del manejo expansivo de la oferta monetaria para aumentar la oferta de productos, y ha elegido medidas que buscan contener la demanda mediante la elevación de los costes de producción.
Esta argumentación técnica, que ya esta en manos de presidente Sarkozy, debería ser apoyada por los demás jefes de Estado y de gobierno de la UE, y en particular es una oferta electoral que hacemos a la formaciones políticas de reciente creación.
Bajando los tipos del 4 al 2% se devolvería a la población lo indebidamente sustraído en forma de leva gigante, sin causa, a favor del sistema financiero, y se lograría restablecer el nivel de vida amenazado sin que por esta vez sea necesario acudir al remedio que la sociedad tuvo siempre para luchar y anular el impacto de la inflación: la elevación de los salarios. Y la banca y el sistema financiero verían alejado el peligro de morosidad masiva de las hipotecas.