Autor:

Damián Ruiz

De momento al menos…

Cataluña en España

por Damián Ruiz

Cuando tenía siete años mi madre me apuntó a clases particulares de catalán, vivía en un barrio obrero periférico y el franquismo aún estaba dando sus últimos coletazo por lo cual excepto en contadas escuelas, era difícil estudiar esta lengua. El aprendizaje de uno de los dos idiomas propio de Cataluña me posibilitó en el futuro, y entre otras cosas, corregir los escritos, por una cuestión profesional, de exaltados independentistas que redactaban con faltas sintácticas y ortográficas.

La dictadura de lo "políticamente correcto"

por DAMIAN RUIZ

La tan manida y consabida frase de Churchill de que "la democracia es el menos malo de los sistemas políticos" es para el que esto escribe una verdad profunda. Sobre todo porque la historia ha demostrado que cualquier alternativa siempre, insisto, siempre, ha sido peor. Ahora para que se dé una auténtica democracia son necesarias dos cosas fundamentales: una, consultar al pueblo sobre temas trascendentes que le incumben, y dos, liberarse de la dictadura de lo "políticamente correcto".

Las aburridas perspectivas de don Mariano

¿Y si tuviera que vérselas un día con la Chacón?

por DAMIÁN RUIZ

La verdad es que cada vez que veo a Mariano Rajoy, líder de la oposición española, sentado en su escaño del congreso con cara de estar viendo una aparición de la Virgen y relamiéndose los labios me pregunto si llegará el día en que este buen hombre alcance la presidencia del gobierno. Ganas no le faltan y hasta es probable que fuera un buen presidente: sensato, ecuánime y sin sorpresas o improvisaciones socorridas. Seguramente gestionaría bien la economía y adoptaría una actitud prudente y ligeramente reformista en todos aquellos temas de índole social y autonómica que tan meneaditos tiene el gobierno actual.

Cuando los caminos importan más que la llegada…

La búsqueda de esa cosa denominada "felicidad"

por Damían Ruiz

Si tuviera que explicar en qué consiste la felicidad, lo más probable es que me limitara a decir que se trata de alcanzar cierto grado de paz interior. Entonces, probablemente, la siguiente cuestión o cuestiones serían: ¿Cómo se alcanza la paz interior? ¿Leyendo? ¿Meditando? ¿Haciendo deporte? ¿Teniendo una vida ordenada, tranquila y estable? Y si, como ocurre en la mayoría de los casos, ¿estuviéramos configurados con elementos contradictorios, incluso conflictivos entre sí? ¿Sería válida una vía existencial que adoptara a unos y abandonara a su suerte, a su sombra como diría Carl G. Jung, a los otros? Sería una forzada y restrictiva paz interior, por lo tanto ya no sería.

Muchas cosas se han acabado. También la clase obrera

Obreros como niños

por Damián Ruiz

Después de estar ocho o nueve horas en la fábrica de lunes a viernes y disfrutar con la espléndida programación televisiva: estupendas películas de Van Damme o Seagal, series de serie B de mucho éxito internacional, concursos genuinos en los que hay que vencer a un geranio en una prueba de reflejos o saltar de una roca a otra con los pies atados, una venda en los ojos y la abuela a las espaldas, llega el esperado fin de semana que en verano tiene tres grandes alicientes: el centro comercial, la playa y la casa de los suegros. En invierno la opción playa se sustituye por más horas en el centro comercial.

Poniendo los puntos sobre las íes

El dolor de los hombres

por Damián Ruiz

Nací y vivo en una postal viviente, llena de gente correcta y felizmente adocenada, llamada Barcelona. Pero la cuestión no es ésa. Había acabado de cenar con un buen amigo en un restaurante del Poblenou, una de las pocas zonas aún no del todo diseñadas de la ciudad, cuando vimos pasar, serían las doce de la noche, una mujer de origen hindú con sus dos hijos pequeños, una niña y un niño.