Cuando los hombres se entregan a la nada, ¿queda algo?
¿Qué queda de nuestros amores?
Los entusiastas partidarios de subvertir todo orden no cesarán en su empeño de derruirlo todo, de romper todo ápice de romanticismo, de ideal, de esfuerzo… ¿Qué es lo que quieren? Están a punto de acabar con una civilización a base de dejar al sistema nervioso vegetativo de los individuos que campe a sus anchas sin orden ni concierto, de forma caprichosa, compulsiva, idiota…, sin ni siquiera el dominio de la razón, ya no digamos de la ética y menos de la estética social, a la que parecen detestar.