¿Podemos utilizar el cine de otra manera?
Hace unas fechas, en la Biblioteca Municipal de Cartagena, me llamó la atención un grupo de tres chicas que cuchicheaban ante los estantes de DVD´s cinematográficos que actualmente ofrecen a sus socios casi todas las bibliotecas públicas. Tenían unos catorce o quince años y aspecto en cierto modo bohemio y alternativo. Y, si interpreté bien sus comentarios, se trataba de tres amigas muy aficionadas a ver películas y que tenían la costumbre de quedar con frecuencia en casa de alguna de ellas para ponerse una película y luego hablar sobre la misma.