Autor:
Antonio Martínez Belchí
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Antonio Martínez
Cuando Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, dijo por los años sesenta aquello de que Spain is different, no sólo estaba creando un slogan que haría fortuna. España es, efectivamente, diferente de los demás países de Europa. Lo atestigua el hecho mismo de que haya surgido, sobre todo en suelo británico, la raza curiosísima de los hispanistas: estudiosos apasionados por el enigma de España, y todos de acuerdo con aquella idea de Sánchez Albornoz según la cual, en efecto, "España es un enigma histórico".
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Antonio Martínez
A raíz del caso de Najwa, la chica musulmana que cursaba 4º de la ESO en un instituto de Pozuelo de Alarcón, estas últimas semanas se ha vuelto a hablar mucho del tema del hijab o pañuelo islámico en las escuelas de nuestro país. Al respecto, existen básicamente dos posturas: por un lado, la que sostiene que ese pañuelo es un signo de sumisión incompatible con la dignidad de la mujer y con los valores del mundo occidental; y, por otro, la que, en nombre de la libertad religiosa y de la tolerancia, opina que una alumna musulmana tiene todo el derecho del mundo a ir al instituto con el pañuelo cubriéndole la cabeza.
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Antonio Martínez
He aquí uno de los sueños del hombre actual: una conexión permanente y global con el mundo. Empezó a cumplirse hace décadas, con las comunicaciones vía satélite. Hoy está llegando a su apogeo, en la época del móvil conectado a Internet y de la conexión wifi. La adicción adolescente al móvil sólo constituye un llamativo síntoma dentro de una tendencia general más amplia: la que impulsa al individuo contemporáneo a estar cada vez más continuamente conectado, mediante la magia de la tecnología electrónica, con el multiforme caleidoscopio del mundo.
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ANTONIO MARTÍNEZ
Como buen Cáncer que soy, me encanta estar en casa. Mi casa ideal está en el centro de un bosque umbrío, donde el viento ulula entre el follaje de los árboles, y en ella arde el fuego de la chimenea, alma del hogar. La casa es la felicidad central, segura, inmediata, la concha primigenia. Nuestro rincón del mundo y primer universo, un regazo maternal para nuestro ser. También, la herencia del pasado y el lugar donde, frente al fuego que crepita, la memoria retorna a tiempos pretéritos y la imaginación puede soñar en paz. Por otra, parte, lo que podríamos denominar "casa junguiana" representa un reflejo simbólico de la estructura de la psique.
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Antonio Martínez
En 1984, el fotógrafo Steve McCurry obtuvo en un campo de refugiados de Pakistán una foto que, algún tiempo después, dio la vuelta al mundo y se convirtió en uno de los iconos de la cultura popular contemporánea. Se trataba del rostro de una anónima muchacha afgana, de unos trece o catorce años de edad. Un rostro envuelto por la tela de un pobre manto y en el que destacaban unos intensísimos ojos verdes que miraban hacia la cámara con una fuerza extraordinaria.
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Antonio Martínez
Hace unos días, les puse a mis alumnos de Bachillerato La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), esa excelente película de la edad de oro de la ciencia ficción en la que unos extraños seres -unas "vainas" llegadas del espacio exterior- se apoderaban de los cuerpos de los habitantes del pequeño pueblo de Santa Mira y suplantaban su personalidad. Al terminar, abrimos un debate y propuse a mis estudiantes que establecieran alguna conexión entre la película y lo que ocurre en la sociedad de nuestros días. Y, entre todos, llegamos a la conclusión de que esa deshumanización de la que tanto se habla cuando se critica nuestro mundo tiene mucho que ver con la que aparece en la película.