Autor:

Antonio Martínez Belchí

¿Haría usted un testamento espiritual?

por Antonio Martínez

La apertura de un testamento, ante el notario o funcionario jurídico correspondiente, siempre está rodeada de un aura de misterio. Leer lo que una persona ha dispuesto para después de su muerte, aunque sólo se refiera a sus bienes y posesiones, hace pensar en cuestiones en las que el hombre de hoy no se detiene con demasiada frecuencia. Y, sin embargo, sería posible escribir un testamento propiamente espiritual, en el que quien se siente cerca de la muerte dejara escritas para sus amigos y allegados algunas reflexiones esenciales sobre el sentido que, ahora que llega el final del camino, siente que ha tenido su vida.

¿Es posible una nueva libertad educativa?

por Antonio Martínez

Hace un par de años, cuando conocimos el increíble caso de Natascha Kampush, la chica alemana que vivió encerrada más de ocho años sin salir en ese tiempo de la casa de su secuestrador, los medios de comunicación ofrecieron un dato que para muchos tal vez pasó desapercibido: me refiero a que Natascha, pese a no haber ido a la escuela durante todo ese tiempo, mostraba una madurez y un nivel de vocabulario y de expresión muy superiores a los de un adolescente standard de su edad. ¿Tendría algo que ver ello el hecho de no haber frecuentado desde hace años las aulas?

¿Es posible crear una "sociedad lúdica"?

por Antonio Martínez

Hace tiempo que resulta insuficiente denunciar el nihilismo que caracteriza a la sociedad contemporánea. En la hora actual, urge realizar propuestas alternativas al paradigma cultural y económico vigente, encerrado en el círculo cerrado de la producción y el consumo. Y si el nihilismo hunde sus raíces más profundas en un mundo que se nos presenta carente del sentido, entonces es ahí –en ese misterio del "sentido"- donde se encuentra la solución a nuestros males, tantas veces esquiva a los esfuerzos por encontrarla. Ahora bien: si hablamos de sentido, ¿acaso existe algo que lo tenga más que jugar?

¿Debe pedir perdón Wyoming a Hermann Tertsch?

por Antonio Martínez

Mucho se ha escrito durante los últimos días sobre el penoso incidente Wyoming-Tertsch y la posterior agresión sufrida por éste último. Sus protagonistas son bien conocidos por todos: el Gran Wyoming es un humorista que alcanzó su cénit con el ya muy lejano "Caiga quien caiga" de los años 90 y que desde entonces transita, más bien sin pena ni gloria, por diversas televisiones de nuestro país; es, por otro lado, un señor con cierto talento, una indudable vis cómica y buenas aptitudes para la sátira corrosiva. Por su parte, Hermann Tertsch ha sido durante largos años corresponsal de prestigio en El País, y últimamente se ha significado como polémico periodista televisivo a raíz de sus comentarios y opiniones en el informativo nocturno de Telemadrid.

Una afortunada medida, pero ¿de qué sirve si…?

¿Una Europa sin minaretes?

por Antonio Martínez

Atravesamos una profunda crisis espiritual desde mucho antes de que nuestras ciudades empezaran a llenarse de turbantes y hijabs: somos nosotros mismos nuestro mayor problema, el de una Europa que ya no cree en nada, y ante cuya falta de grandeza y de fe en sí misma el Islam avanza invocando el derecho eterno de los pueblos que todavía creen. Y es que lo decisivo no es la potencia militar, el nivel tecnológico o el progreso económico: lo decisivo es… creer apasionadamente en algo y, aspirando a cosas grandes y bellas, ser capaces de emprender con arrojo grandes empresas.

La más innovadora de las iniciativas

¿Quién es Fethullah Gülen?

por Antonio Martínez

Antonio Martínez, cristiano de pro (en el mejor sentido de la expresión), es colaborador habitual de Elmanifiesto.com, periódico que si no se caracteriza por tomar posiciones en favor de la fe de nuestro colaborador, tampoco lo hace combatiendo la misma. Contando con tales características en su haber, no deja de ser lógico que Antonio Martínez haya sido capaz de escribir un artículo tan valiente y rupturista como éste. El que la propuesta que plantea sea, como él mismo reconoce, de difícil realización no hace sino incrementar el valor del empeño.