El "Guernica" de Picasso: ¿un viajero perenne?

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Aunque todo indica que el "Guernica" de Picasso vaya quedar, o debe quedar, exhibido en el Reina Sofía, una tormenta en vaso de agua ha amenazado con desatarse para resolver si debe quedar donde está o pasar a El Prado o al museo del Ejército. En defensa de su ubicación actual, el director del Reina Sofía, Manuel Borja Villet, sostiene el argumento de que la salud del cuadro es frágil y los expertos recomiendan que no vuelva a salir de las salas del museo. Aducen, además, que forma parte de la identidad del mismo, y que no debe correr el riesgo de volver a exponerse a ningún tipo de movimiento o traslado. A menos que un destino inescrutable asigne al cuadro la condición de viajero perenne.

El "Guernica" de Picasso no está en España por decisión de su autor, sino basado en los derechos del Estado español para reclamarlo, como hizo en su tiempo, puesto que es su propietario, ya que su ejecución fue producto de un encargo que el gobierno español, el de la República, hizo al malagueño universal. Picasso atendió la petición de prestarlo para que se exhibiera durante los meses de mayo y junio de 1937 en París con motivo de la Exposición Internacional celebrada por aquellas fechas. El encargo se efectuó con la intención de llamar la atención a favor de la causa republicana en momentos de la guerra civil española, que había dividido la opinión mundial.
 
Humeantes todavía los rescoldos producidos por el bombardeo de la ciudad vizcaína de "Guernica", inspiraron a Picasso a expresar a través de diversos símbolos la ferocidad desatada que enfrentaba a los españoles. Sin embargo, Picasso fue siempre renuente a dar una aclaración acerca del significado de la obra.
 
Definir la adscripción política de Picasso ofrece escollos que sólo la evaluación de las circunstancias se encargaron de definir. Dalí tuvo la ocurrencia de decir que «Picasso es comunista; yo tampoco.» Preguntado en una ocasión antes de la proclamación de la República acerca de sus ideas políticas, había dado una respuesta aclaratoria sobre su ambigüedad en este terreno: «Soy monárquico porque en España hay un rey.»
 
En 1933, a través de la Dirección General de Bellas Artes, se le ofreció montar una exposición en Madrid pero su habitual residencia en París le movió a no expresar interés por el ofrecimiento. El entonces embajador de España en Francia, Salvador de Madariaga, comunicó a Madrid la actitud de Picasso «francamente grosera […] para conmigo personalmente y para el embajador de su país.» Y ya en los inicios de la guerra civil, cuando el gobierno de la República trató de utilizar el prestigio del pintor, nombrándole director honorario del Museo del Prado, jamás llegaría a posesionarse o hacer gala del cargo.
 
La posición política de Picasso había sido tan indefinida que durante la guerra civil, Eugenio D’Ors, desde la España de Franco, intentó atraerlo sin que la intención se viera coronada por el éxito, para que estuviera presente en el pabellón franquista en la Bienal de Venecia.
 
Tras el bombardeo de Guernica en abril de 1937, el Gobierno de la República le encargó el cuadro que ahora reposa en el Reina Sofía después de su peripecia viejera. A pesar de su participación en las gestiones de evacuación del Prado, no volvió a pisar terreno español. Después de la liberación de París por los norteamericanos se afilió al Partido comunista.
 
Historia de un encargo 
 
La gestión encaminada a encargar a Picasso el cuadro para la Exposición de París corrió a cargo de Max Aub, que se desempeñaba como comisario adjunto del Pabellón Español. En carta de éste a Luis Araquistain describió las vicisitudes para llegar al acuerdo de esta forma:
 
«Esta mañana llegué a un acuerdo con Picasso. A pesar de la resistencia de nuestro amigo a aceptar subvención alguna de la Embajada por la realización del Guernica, ya que hace donación de este cuadro a la República española, he insistido reiteradamente en transmitir el deseo del Gobierno español de reembolsarle al menos los gastos en que  ha incurrido en su obra. He podido convencerle y de esta suerte le he extendido un cheque por valor de 150.000 francos franceses, por los que me ha firmado el correspondiente recibo. Aunque esta suma tiene más bien un carácter simbólico, dado el valor inapreciable del lienzo en cuestión representa, no obstante, prácticamente una adquisición del mismo por parte de la República. Estimo que esta fórmula era la más conveniente para reivindicar el derecho de propiedad de dicho cuadro.»
 
Esta circunstancia permitió en su día que el Gobierno español, en los años de transición, reclamara la propiedad inobjetable del cuadro, sin obstáculo de ningún género por parte del museo neoyorquino que lo custodiaba temporalmente.
 
Acerca de la génesis del cuadro, el pintor José María Ucelay, en un artículo publicado en 1979, titulado «Picasso pintó el "Guernica" al dictado», cuenta que Julián Larrea, el mismo día del bombardeo corrió a contarle a Picasso la noticia en detalle y tuvo que recurrir a una imagen simbólica para hacerse entender. Así lo contó Ucelay: « Picasso, que era un inculto, no tenía ni idea de la motivación política del Guernica ni tampoco sobre cuales podrían ser los efectos de un bombardeo, así que Larrea utilizó el siguiente ejemplo: tú imagínate a un toro, en medio de una plaza, al que han estado hiriendo sin piedad. El dolor del toro es tan intenso que logra escapar del ruedo y entra, furioso, en una tienda de porcelana donde hay delicadas figuras de todo tipo, personas, animales…El toro se desahoga en el interior de la tienda. Cuando se haya marchado ¿te imaginas como habrá quedado la tienda? Pues así, más o menos, está ahora la villa de Guernica.»
 
Valga la alusión taurina como abreboca ante el arranque de la temporada que se disputan Olivenza  y Valdemorillo.

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