Donald Trump acaba de lanzar una Executive Order destinada a golpear en la línea de flotación a los monstruos de las Redes Sociales: Facebook, Twitter e Instagram. O a obligarles a que dejen de censurar... tanto al propio Trump como a todo hijo de vecino.
Es inmensa la importancia de semejante orden (que ha sido silenciada o relegada a segundo plano por los medios españoles del Sistema). Nunca un presidente de los Estados Unidos se había opuesto con semejante rotundidad del dominio y las arbitrariedades ejercidas por la gran industria mediática. Nunca tampoco un presidente de los Estados Unidos había declarado, como lo ha hecho Trump, que, si estuviera en sus manos, si la medida fuera legal, lo que haría sería simple y llanamente, ante las constantes manipulaciones y tergiversaciones efectuadas por Twitter, cerrar dicha Red Social.
Los mecanismos de esta Executive Order, que reproducimos en su integridad, son tan claros como sencillos.
Si siguen censurando el contenido de los textos colgados en sus plataformas, las empresas de Redes Sociales dejarían de ser consideradas editoriales, como lo son actualmente. Ello les permite no tener ninguna responsabilidad penal por el contenido de lo que se cuelga en sus plataformas.
De modo que, si siguen censurando, pasarán a tener la categoría de medio de comunicación y, por tanto, a ser responsables penalmente de todo lo que se publique en su plataforma.
De esta manera, las Redes Sociales deberán optar entre permitir la libertad sin censura... o quebrar por los millones de dólares derivados de las denuncias recibidas.
Orden ejecutiva para
combatir la censura online
Como Presidente y con la autoridad que me confiere la Constitución y las leyes de los Estados Unidos de América, por la presente se ordena lo siguiente: Sección 1. La política. La libertad de expresión es la base de la democracia americana. Nuestros padres fundadores protegieron este sagrado derecho con la Primera Enmienda de la Constitución. La libertad de expresar y discutir ideas es la base de todos nuestros derechos como pueblo libre.
En un país en el que la libertad de expresión se ha defendido durante mucho tiempo, no podemos permitir que un número limitado de plataformas online seleccionen las opiniones que los estadounidenses pueden acceder y transmitir en Internet. Esta práctica es fundamentalmente antiamericana y antidemocrática. Cuando las grandes y poderosas empresas de medios sociales censuran las opiniones con las que no están de acuerdo, ejercen un poder peligroso. Dejan de funcionar como tableros de anuncios pasivos y deben ser considerados y tratados como creadores de contenido.
El crecimiento de las plataformas online en los últimos años plantea importantes cuestiones sobre la aplicación de los ideales de la Primera Enmienda a la tecnología de las comunicaciones modernas. Hoy en día, muchos estadounidenses siguen las noticias, se mantienen en contacto con sus amigos y familiares y comparten sus opiniones sobre los acontecimientos actuales a través de los medios sociales y otras plataformas online. Como resultado, estas plataformas funcionan de muchas maneras como un equivalente de la plaza pública en el siglo XXI. Twitter, Facebook, Instagram y YouTube tienen un poder inmenso, si no sin precedentes, para influir en la interpretación de los eventos públicos, censurar, borrar o hacer desaparecer información y controlar lo que la gente ve o no ve.
Como Presidente, he dejado claro mi compromiso con el debate libre y abierto en Internet. Tal debate es tan importante en línea como en nuestras universidades, nuestros ayuntamientos y nuestros hogares. Es crucial para el mantenimiento de nuestra democracia.
Las plataformas online practican una censura selectiva que perjudica nuestro discurso nacional. Decenas de miles de estadounidenses, entre otras conductas perturbadoras, han informado de que las plataformas online "marcan"; el contenido como inapropiado aunque no infrinja las condiciones de uso establecidas; que realizan cambios sin previo aviso e inexplicados en las políticas corporativas que resultan en la desaprobación de ciertos puntos de vista; y que el contenido y las cuentas completas se eliminan sin advertencia, sin justificación y sin recurrir a acciones legales.
Twitter ahora elige selectivamente añadir una advertencia a ciertos tweets de manera que refleje claramente el prejuicio político. Se ha informado de que Twitter aparentemente nunca ha puesto una etiqueta así en el tweet de otro político. La semana pasada el eurodiputado Adam Schiff continuó engañando a sus seguidores vendiendo la estafa de la colusión rusa largamente refutada, y Twitter no marcó estos tweets. No es sorprendente que el funcionario a cargo de la llamada "integridad del sitio"; expusiera su prejuicio político en sus propios tweets.
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