Autor:

Juan Pablo Vitali

Escupir sobre los padres. Odiarse a sí mismo

por Juan Pablo Vitali

Cortés, el genocida; Colón, el genocida; Roca, el genocida, España genocida, Argentina genocida, blancos genocidas. Escupir sobre los padres, mirarse al espejo y odiarse a sí mismo. Esconderse, disfrazarse para no ser señalado ni molestado por el racismo antiblanco, antieuropeo, antiamericano también.

"¡Que el gran Nietzsche me perdone!", exclama J. P. Vitali

El Papa y nuestros amigos argentinos

por Juan Pablo Vitali

A raíz de la designación del nuevo Papa gracias a la inspiración ejercida por el Espíritu Santo en Sus Eminencias cardenalicias (próximamente, los hermanos cardenales), hemos recabado su opinión a nuestros amigos argentinos. Después de la emitida hace unos días por un cristiano como Alberto Buela, he aquí la de alguien que no lo es.

Los déspotas (aunque éste no lo fue tanto
como Fidel) también mueren

En la muerte de Chávez

por Juan Pablo Vitali

Con motivo de la muerte del presidente Chávez, que curiosamente ha coincidido con el 60.º aniversario de la de Stalin, escuchaba atentamente hoy una de sus extensas y verborrágicas entrevistas por televisión.

El racismo antiblanco y anticriollo en América

por Juan Pablo Vitali

El concepto de "originario" es una idea dialéctica introducida a conciencia por los centros de poder para fomentar el enfrentamiento y la división de quienes no deberían ser enemigos, porque sólo tienen enemigos e intereses en común. Es como la idea de la izquierda y la derecha: algo hemipléjico, estúpido, irreal.

Argentinos y españoles

por Juan Pablo Vitali

Es muy feo verse en un espejo y que la imagen reflejada no nos guste para nada. Las clases medias española y argentina son como un espejo. Por eso a veces no se quieren, porque una refleja los defectos de la otra. Los mismos planes educativos, la misma ideología progresista, la misma soberbia, el mismo egoísmo, las mismas actitudes.

Cierto sentido romano de la vida y del poder…

por Juan Pablo Vitali

Cierto sentido romano de la vida y del poder, me indica interiormente, me dice claramente que es justo castigar a quienes vayan en contra de su comunidad, de su gente, de la sociedad, de la civitas. Me parece lógico que una comunidad organizada en torno a sus criterios valorativos, a su tradición, en suma: a las jerarquías orgánicas asumidas por un pueblo las defienda, aún celosamente.