El izquierdismo, desde épocas paleomarxistas, tiene una obsesión: la igualdad, y me refiero a la igualdad efectiva de los individuos en la esfera económica.
Hasta ayer aceporrados en la mansedumbre y el ocio inane, sectores amplios de las masas han despertado a la acción en efervescencia de una pesadilla órquica.
La embarullada Ley Celáa incide en las graves debilidades de nuestro sistema educativo marginando el idioma español y planteando un adoctrinamiento feroz en materias como la paridad o la inclusividad.