Los bancos nos esquilman a todos
Hace unos días leía en "El Mundo", mi diario de referencia, una crónica en la que se informaba detalladamente de la supuesta censura de una película española sobre la guerra civil. ¡Otra, sí, otra! Y ¿cuál es, parece ser, el motivo? Pues no es otro que el hecho de que no ponen a caer de un burro a los del bando nacional. No se crean que es porque ensalza a los "nacionales", no, es simplemente porque no los pone a parir, y de alguna manera no ejerce el repetitivo maniqueísmo al que nos tiene acostumbrada la cinematografía guerra civilista, en la que los republicanos son los buenos y los nacionales los malos.
Las cosas en nuestras sociedades parecen estar moviéndose. Oscuramente, es cierto, sin contornos precisos, torpemente, hasta en contra a veces de lo que sería de desear. Ahora bien, cualesquiera que sean los reproches que se puedan dirigir al "movimiento" que comienza poco a poco a ver la luz (el niño ni siquiera ha nacido: aún se encuentra en estado fetal), es imprescindible que lo esencial no se nos escape: la rueda de la historia –nunca, es cierto, inmóvil– comienza poco a poco a girar en serio, las cosas se ponen a mover… en el buen sentido. O al menos lo parece.
En la Novlengua ciertas palabras no están permitidas
¿Se puede decir en España la palabra "moro"? últimamente los mamporreros de lo políticamente correcto, que a su vez suele ser el pensamiento único se empeñan en que este vocablo tienen connotaciones negativas. Muchos de nosotros hemos recibido un correctivo al emplearla, nos han insultado hasta la saciedad.