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Tribuna

Sólo los identitarios defienden a los pueblos y su diversidad

La identidad de los pueblos. La de todos

por Sergio Palomo

Los identitarios, ¿no son esos malignos xenófobos que, luciendo cuernos y expeliendo azufre, intentan sojuzgar a los pueblos que no son el suyo? ¿No son estos "racistas" —así les llaman— los peores enemigos del entendimiento entre unos pueblos que sólo serían defendidos por un liberalismo para el cuál… no hay pueblos (salvo algún rasgo folklórico), sino sólo individuos? Para responder a tales preguntas, veamos lo que dice Sergio Palomo, destacado dirigente de Plataforma por Cataluña: un identitario que, además, conoce de primera mano las idiosincrasias irreductibles entre los diversos pueblos: estuvo como misionero en África y Latinoamérica.

Compartir piso

por Damián Ruiz

Inicio con este artículo una serie dirigida a hacer propuestas concretas para campear estos tiempos de crisis pero que pueden ir más allá de ellos. Empiezo con el tema de la vivienda, que es uno de los que más afectan a las familias y a los jóvenes especialmente.

En los funerales de Otto de Habsburgo, último heredero del Imperio

Sólo el rito y la Historia vencen a la muerte

por Javier Ruiz Portella

Jamás una dinastía destronada habrá recibido, como el sábado 16 de julio de 2011 lo recibió en Viena la dinastía de los Habsburgo, semejante homenaje por parte de su pueblo. De sus pueblos, en realidad, pues muchos, dispares y entremezclados, eran los pueblos que, en medio de una armonía única en Europa, componían el Imperio austro-húngaro.

Nostalgia

por Juan Pablo Vitali

No sé cuánto tiempo nos queda de alma. Ya hay demasiado turismo en Buenos Aires, y el tango se va haciendo algo menor, el espectáculo que nunca fue. No se puede hacer un espectáculo del dolor compartido. Es curioso, pero los antepasados de muchos de estos turistas fueron los que crearon el tango como un profundo dolor de exilio hecho nostalgia. Pero eso ellos no lo saben.

Carta abierta a un joven

por Damián Ruiz

Me dirijo a ti, que tienes entre veinte y treinta años, y tus padres ni son ricos ni pertenecen a esa red de la progresía que se lleva todas las prebendas, becas y subvenciones del erario público. A ti, que eres una chica o un chico normal, de clase media o trabajadora, y que estás estudiando o trabajando, o ambas cosas a la vez. Si no haces ninguna de ambas entiendo que te automarginas o que vives en la desidia, y por tanto esta carta abierta no va para ti; sinceramente no me interesas como destinatario, a no ser que tengas algún problema real que justifique tu apatía.