Periodismo de retrete

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Antiguamente la gente se llevaba el periódico al retrete. Ahora, con la crisis de la prensa escrita, parece que el retrete acude a los periódicos por una simple cuestión de simetría, tal vez por reivindicación de los derechos letrinarios del periodismo moderno. Las fotografías del inodoro de Trump son prueba de ello; como suele decirse en estos casos, “han dado la vuelta al mundo”.

Que medios informativos —“informativos”— como Eldiario.Es, Huffingtonpost y semejantes reproduzcan a toda página y acompañadas de titulares gruesos las hermosas fotos del retrete de la Casa Blanca donde, según versiones, el expresidente Trump habría arrojado documentos delicados, es anécdota ilustrativa —una más— de la obsesión coprófila y el paroxismo doctrinario que estas publicaciones intentan presentar como periodismo; seguramente, una inclinación muy al gusto de sus lectores, incondicionales, fans y demás partidarios del albañal mediático. Pero que medios públicos, de titularidad estatal y pagados con el dinero de todos se enfanguen con la misma inmundicia, reproduciendo una y otra vez en la cabecera de sus informativos —“informativos”— las célebres imágenes del wáter presidencial, ya da otro tono y distinta visión del problema; otra dimensión del asunto.

La noticia en sí es delirante con incrustaciones de profunda estupidez: un inodoro que “sería” el de Trump en el que se ven unos papeles que “habrían sido escritos” por el mismo caballero, pues la letra “podría ser suya”, fotografiados “al parecer” por una antigua colaboradora que “habría decidido” hacerlas públicas tras el registro de la mansión de Trump por el FBI en busca de quién sabe qué. O sea y resumiendo: en el mejor o peor de los casos, don Donald escribió unos papeles y luego los rompió y los tiró al wáter, motivo por el cual toda la humanidad y especialmente los españoles tienen derecho a comprobar lo tremendo de la cuestión mediante testimonio tan irrefutable como las ya muy citadas fotos. Nuestra televisión pública no podía faltar a esta cita con el detrito informativo ni defraudar a su audiencia, la cual, según los expertos en ética profesional de aquella casa, debe de estar interesadísima en el contenido de los excusados y otras lozas higiénicas en las que el famoso político sienta sus posaderas de vez en cuando. La metáfora, aunque algo grosera, es definitiva. El periodismo de retrete ha alcanzado su dimensión más elevada, más en esencia: el wáter en sí mismo, sin tapujos, en pura crudeza, con su agüilla de fondo y su papel usado —menos mal que no era papel higiénico—. En breve: una importantísima e imprescindible guarrada.

Eso sí, al césar lo que es del césar: el retrete se ve limpio, sin manchurrones amarillentos ni otros deterioros, sin calderilla ni restos orgánicos de ninguna clase. En fin, qué situación tan incómoda… Imaginen que si antes de arrojar los comprometidos papeles al excusado hubiera hecho uso del mismo el entonces presidente, a menores e incluso a mayores, y luego, como parece que sucedió tras librarse de las trizas, hubiese olvidado tirar de la cadena. No me cabe duda de que medios tan acreditados como eldiario.es, huffingtonpost, TVE y demás adscritos a la verdad sin tapujos habrían reproducido el espectacular documento tal cual, en su defecante autenticidad, obsequiando a su audiencia con el cúmulo completo de aquellas cantidades de residuos humanos entremezclados con las misteriosas notas manuscritas.

En serio, ¿de verdad los españoles, la audiencia de nuestra TV pública, los que trabajan duro bajo el calor mesopotámico de este verano, los que pagan santamente sus impuestos, los que madrugan y desayunan mientras ven las noticias en la tele para enterarse de quién se ha muerto y qué se le ha ocurrido ahora al gobierno, se merecen este trato? ¿De verdad que a nadie le resulta extraña, sospechosa, esta vocación hacia el wáter ajeno de los ingenieros de la comunicación pública? Ya puestos, podrían desarrollar un nuevo y audaz proyecto informativo, al estilo Informe Semanalpero centrado en el buen estado y correcto uso de los retretes de los gobernantes globales, con especial detenimiento en los españoles: el wc de Pedro Sánchez, con sus borradores de ceses y nombramientos y las cuentas dele Falcon; el hilo dental que la ministra de charidad arroja al suyo —hay testimonios escalofriantes sobre este abuso—; el evacuatorio de Tezanos y las encuestas del CIS que lleva tragadas desde 2018, el retrete de Marlasca y las leyes con las que se limpia el sieso cada miércoles, la letrina a la que Ábalos arrojó sus asuntillos venezolanos, el urinario de la ministra de justicia con los borradores de los indultos a golpistas hechos añicos para no dejar más huella que la inevitable, las cartas de amor entre Patxi López y Otegui rotas y condenadas a cloaca perpetua por asuntillos de cuernos… La lista daría para mucho, sin duda. Para muchísimo.

Pero de momento, a falta de wáteres propios en los que meter la nariz, nuestros periodistas del sistema se conforman con los ajenos, el de Trump sobre todo, que excelente juego les ha dado. En el fondo, permítanme que lo diga y con perdón por lo directo, esa vocación informativa por el inodoro y todo este asunto son una misma mierda. Lo que hay.

© Posmodernia

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