Antonio Maestre, destacado “pensador” de la neoizquierda comunisto-libertaria, ha publicado en elDiario.es un artículo titulado “El sujeto político revolucionario es una niña trans”. En él, discutiendo con sus amigos marxistas de viejo cuño, deja las cosas muy claras sobre la visión del mundo (del no-mundo, mejor dicho) que esta gente persigue.
Transcribo manteniendo la sintaxis y la puntuación. Los subrayados son míos:
Si de verdad el marxismo es tu guía no intentas modular el sujeto político revolucionario, simplemente trabajas con el que tu época te ha dado. No existe ninguna posibilidad radicalmente transformadora en el obrerismo actual, aquel sujeto político está mitificado y no se corresponde con su capacidad performativa [sic] en la actualidad. El ecosocialismo y el feminismo, y no el trans excluyente, sino el que se abraza junto a las trans en una pancarta, es el movimiento conjunto que tiene capacidad disruptora [resic] en 2020 para dar solución a los problemas de la clase trabajadora. Asúmanlo o échense a un lado, el sujeto político revolucionario de nuestros días es Greta Thunberg entrelazando los brazos con una adolescente feminista y una trans de 10 años. Un marxista se pondría detrás.
Más claro, agua. Olvidadas quedan las luchas obreras. Olvidadas las injusticias y desigualdades. Olvidada (usemos su jerga) “la capacidad performativa” del capitalismo y de la lucha en contra de él. Olvidada la fealdad imperante en un mundo carente (como dice el filósofo coreano-alemán Byung Chul-Han) de símbolos y ritos. Pero no, esto último ni siquiera está olvidado: nunca lo hicieron suyo; es lo que les encanta y promueven todos. Tanto los neomarxistas transexualistas como los marxistas a la antigua usanza, sin olvidar por supuesto el conjunto de la derecha liberal y conservadora.
Limitémonos, sin embargo, a los neomarxistas trans: son los que tienen el viento en popa. Cuando el delirio llega a tales extremos; cuando la clase revolucionaria deja de ser el proletariado, siendo éste sustituido por los transexuales (y mejor si son niños); cuando los transexuales se convierten en vanguardia y faro de la Humanidad (ahí siguen con la maldita idea marxista de buscar una clase revolucionaria); cuando, como lógica consecuencia de todo ello, la “dictadura del proletariado” es sustituida (aún no lo dicen, pero pronto lo dirán) por la “dictadura trans” y demás elementos LGTBQ; cuando todo ello ocurre, son los resortes antropológicos más elementales del hombre individual y del colectivo los que se encuentran amenazados de muerte. Lo que semejantes neobárbaros ponen en jaque son los principios más sencillos sobre cuya base se alza desde hace varios miles de años una cosa denominada Humanidad y una cosa denominada Civilización.
Sólo cabe esperar que los integrantes de la Humanidad y de la Civilización sepan hacer frente a esta amenaza mortal. Igual sucede que, al llevar la abyección a tan desaforados extremos, les sale el tiro por la culata y logran que humanos y civilizados despierten por fin.
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