En las economías esclavista y feudal, los proletarios (del latín proletarius, derivado de proles), sólo eran dueños de su cuerpo y su descendencia. Por eso los hijos venían al mundo con un pan bajo el brazo: a los seis o siete años ya se les podía poner a trabajar. Las niñas y las mujeres lo tenían un poco más complicado. O se quedaban en casa a faenar, cumplir en el lecho y fabricar prole, o se dedicaban a la mala vida. Eso sí, eran dueñas de su cuerpo, como todos los proletarios que en el mundo han sido.

De profesión, paridora
La mujer proletaria, dueña de su cuerpo y, más o menos, de su prole, ya no tiene porqué ser tan dueña de su prole ni de su cuerpo. Puede alquilarse.
En las economías esclavista y feudal, los proletarios (del latín proletarius, derivado de proles), sólo eran dueños de su cuerpo y su descendencia. Por eso los hijos venían al mundo con un pan bajo el brazo: a los seis o siete años ya se les podía poner a trabajar. Las niñas y las mujeres lo tenían un poco más complicado. O se quedaban en casa a faenar, cumplir en el lecho y fabricar prole, o se dedicaban a la mala vida. Eso sí, eran dueñas de su cuerpo, como todos los proletarios que en el mundo han sido.
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