No sé cuántos años, cuánto tiempo. Desde siempre, claro... Desde que recuerdo. Siempre hay una novela que escribir, una novela que publicar, una novela que sacar y presentar en sociedad. Dizzy Gillespie soñaba con música, siempre. Yo no compongo música ni tengo el genio de aquel maestro, pero no me ha quedado otro remedio que entenderlo. Hasta con palabras sueño, títulos de novelas que nunca escribiré, personajes sobre los que alguna vez reflexioné y quizás he intentado animar en alguna historia, episodios inéditos, argumentos inverosímiles. A veces, el sueño se transforma en conato de pesadilla: escribo una novela absurda, sin argumento, interminable, donde no sucede nada porque sucede todo. Es la única novela que podemos vivir, nuestra propia existencia, plagada de subtramas que no nos interesan, personajes molestos y situaciones sin el control de la ficción. Vivir no es una novela, por desgracia, aunque se parece demasiado a una mala novela. En el fondo, los escritores somos lo más orgulloso de este mundo: pretendemos enmendar la grisura y prolijidad de la existencia con relatos modelados, medidos en el tiempo y la tensión sentimental. No creo equivocarme: si la vida tuviese argumento, no sería necesario escribir novelas.
Por el momento, me aplico a la última publicada: Almirante en Tierra Firme. Los chicos de Ediciones Áltera tuvieron la generosidad de distinguirla con el Premio Hispania de Novela Histórica, hace un par de meses. Ahora, día más o menos, ya puede encontrarse en librerías y grandes superficies (con perdón por la cuña publicitaria). Ahora mi Almirante empezará a vivir en la lectura de quien se acerque a las páginas de esta obra. Ya veremos cómo sale el experimento.
La primera impresión que me ha llegado sobre la novela es de mi amigo, excelente escritor, Antonio Tocornal. Bueno, vamos a ello: un poco de vanidad legítima no puede sentarle mal a nadie.
Con sus palabras les dejo.
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"Ha llegado a mis manos, casi en primicia, la novela Almirante en Tierra Firme, de José Vicente Pascual. Digo que en primicia porque me la ha enviado muy atentamente la editorial (Altera) antes de ser distribuida en librerías.
Del arte y del oficio de José Vicente Pascual me habló muy bien mi amigo José Carlos De la Cueva, quien despertó mi curiosidad por este autor que, si bien no es ningún principiante, yo no había tenido el gusto de leer hasta ahora.
Esta novela ha sido la ganadora del I Premio Hispania de Novela Histórica. Está ambientada en el siglo XVIII, en Cartagena de Indias, y narra la vida y peripecias del militar y marino español terror de la marina inglesa, Don Blas de Lezo, conocido como «Patapalo» o como «Medio hombre», por ser cojo, manco y tuerto debido a múltiples heridas en combate.
He de decir que Almirante en Tierra Firme fue leída casi de una sentada, lo cual provocaba constantemente leves sensaciones de culpa por la duda de si no me estaba dando el tiempo suficiente para deleitarme con el sabor de cada uno de sus párrafos. El narrador es Miguel Santillana, un excontrabandista al servicio de Blas de Lezo, que Pascual ha sabido elegir con suma astucia, ya que nos transporta con su lenguaje y sus maneras al estilo de los personajes de la novela picaresca del siglo de oro, tan asumida en la cultura del español medianamente leído. Como no puede ser de otra forma, este sabio recurso confiere a la novela mucho cuerpo y credibilidad. Pascual utiliza una prosa hipnótica y cautivadora que imita los hablares de la época, aderezándolos con giros y expresiones que uno no sabe si son inventados o aprendidos de textos antiguos, pero que en cualquier caso transportan al lector a las colonias de ultramar de la época o a la imagen colectiva que podemos tener de ellas. El autor demuestra una gran madurez en todo momento porque no solo se preocupa de lo que cuenta: una novela histórica se debe en gran medida al rigor de la veracidad de la época, del escenario y del personaje. Lo que hace grande esta novela es que Pascual se ha preocupado ―¡y cómo!― en cómo se cuenta la historia. Cada página de este libro, elegida al azar, se sostiene como un ente sólido e independiente de una alta densidad en calidad literaria así como en frecuentes hallazgos estilísticos, y soporta con holgura cualquier comparación con los grandes. Pascual no deja nada al azar, no solo en lo que respecta a la documentación, sino en lo formal: se intuye que vuelve una y otra vez sobre el texto, de forma obsesiva, bordando con maestría cada frase hasta tejer una cadena narrativa que despliega, sin arrogancias, elegantes propiedades magnéticas. No olvida la importancia de aderezar con frecuentes toques de humor. Si tuviese que utilizar una sola palabra para definir a Pascual como escritor elegiría «perfeccionista».
Almirante en Tierra Firme (tengo que admitir que en principio el título me pareció poco atractivo, cosa que tras la lectura de las primeras páginas no tuve reparos en olvidar) es uno de esos raros libros que uno siente acabar, y con los que uno queda agradecido porque nos enseña el camino a seguir a los que intentamos avanzar en el noble camino de la palabra".