Rusia, los gays y todo lo demás

Compartir en:

 

El lobby arco iris está de los nervios por culpa de Yelena Isinbayeva, campeona mundial de salto con pértiga. Los chicos de ociogay.com (una página web para gente rosa sin nada mejor que hacer, como su propio nombre indica) andan metidos en una recogida de firmas para que se desposea a la rusa del premio Príncipe de Asturias del deporte. Todo ello a consecuencia de las declaraciones de la atleta en las que manifestaba su acuerdo con las leyes rusas sobre el comportamiento homosexual. Ya tenemos la ocasión perfecta para el rasgamiento de vestiduras, soflamas aquí y execraciones allá, movimientos pro boicoteo de los Juegos Olímpicos de invierno que van a celebrarse en Sochi , etcétera hasta aburrir. Recomendar tranquilidad y objetividad a los ofendidos es inútil. Ya lo dijo Nietzsche hace más de un siglo: el hombre moderno contesta a lo trágico de la existencia con una queja histérica y feminoide. Y no sigo porque ya he hecho méritos sobrados para que los de siempre me llamen homófobo. Ante todo, calma.

El delito de Isinbayeva (su “error”, según improvisaba en declaraciones posteriores, intentando aplacar la ira gay) fue manifestarse conforme a las leyes de su país. Vamos, como si yo me declaro partidario de la ley española de amnistía de 1977 y los de la Querella Argentina contra el franquismo me denuncian por cómplice de genocidio; como si me muestro favorable a la abolición de la pena de muerte en España y la Asociación de Amigos de la Silla Eléctrica se querella por apología del asesinato impune. Ay, compañeros y compañeras: libertad para todos y chorradas las justas, por favor. Si todos los seres humanos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones, no es de recibo el linchamiento moral de quien defiende las leyes de su nación.

Pero la tolerancia del alegre batallón llega hasta donde sus intereses decidan. Cuando claman contra “las leyes homófobas” de Rusia, en realidad están argumentando exigencias de exención y privilegio de unos ciudadanos respecto a otros. Ser gay en Rusia no significa beneficiarse automáticamente de una legislación especial. Los principios jurídicos que amparan o deberían amparar al conjunto de la población son los mismos para todos, sin distinguir entre sexos u orientaciones de alcoba. Impetrar leyes propias para colectivos concretos es una forma sutil, en apariencia bondadosa y en el fondo despótica, de propiciar la discriminación. Por ese motivo las autoridades rusas zanjan el asunto de plano, prohibiendo la actividad y propaganda en favor de derechos especiales para personas que se sienten especiales.

Tampoco podemos obviar lo que parece comprobado: el trato denigratorio y en ocasiones violento que han sufrido algunos homosexuales en Rusia. La solidaridad con las personas injustamente tratadas es irrenunciable, sean cuales sean sus convicciones. Aunque, en este caso, el problema no es la legislación sino justamente la falta de rigor de esa legislación que debería proteger efectiva y eficientemente a todos. Los problemas de Rusia con los derechos humanos no se derivan de la falta de leyes sobre derechos homosexuales, sino de la poca fuerza de las leyes que teóricamente tendrían que impedir y castigar cualquier abuso.

Y ya que comentamos las vejaciones sufridas por algunos homosexuales en Rusia, también debería señalarse el flaquísimo favor que les ha hecho el vídeo sobre supuestas torturas a un joven gay por parte de un grupo de nazis. Supuestas porque el vídeo se nota más falso que un duro de madera. Las informaciones sobre el mismo son siempre vagas, inconcretas… Total, Rusia es tan grande que los hechos podrían haber sucedido en cualquier esquina del imperio. Si todo el mundo está dispuesto a creer en lo que proviene de lo difuso, algunos exigimos más rigor en la información: cuándo sucedió, dónde, quién era la víctima, quiénes los agresores y qué han hecho las autoridades al respecto. El famoso vídeo sólo ha servido para lo que solapadamente pretendía: encabronar al personal, a unos y otros. Algún homosexual ruso pagará las cuentas de esa información falsaria. Todo lo cual importa muy poco a los vivarachos activistas del frente rosa. La causa en los antiguos territorios de los zares y los bolcheviques sigue demandando mártires, y los occidentales no van a parar en su bullicio hasta que los haya. Si es necesario fabricar unos cuantos vídeos y unas cuantas historias inverosímiles, ningún problema: internet se traga lo que le echen.

Por cierto, todos esos ejemplares ciudadanos que tanta preocupación muestran por los homosexuales rusos, ¿tendrían cinco minutos que perder en sus valiosas existencias para firmar contra el exterminio de los coptos en Egipto? Ah… imposible: ellos se lo han buscado, por ser cristianos en un país culturalmente musulmán. Lo mismo deben de pensar los homófobos radicales en Rusia cuando atacan a los homosexuales: ellos se lo han buscado.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar