Por qué España será gobernada por Evo Morales o alguno que se le parezca

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 ¿Alguien dijo crisis? Porque la crisis de 2007 pasó por Occidente igual que tantas otras y cada país respondió como supo y pudo, según su capacidad, aguante y sentido del sacrificio. Al sur europeo (los desdichados PIGS de la UE), les tocó la peor parte, según lo previsto. Y a España la devolvió de golpe a su auténtica realidad económica, social y política. No estamos en crisis sino instalados con demasiada urgencia, aún perplejos, en la verdad de nuestro desnudo veraniego y playero: un desastre.

Éramos un país industrializado y las tenaces reconversiones nos convirtieron en un país de servicios. Éramos un país con una producción agrícola y ganadera más que notable y el campo está ahora como cervantino, sembrado de molinos de viento. Tras la segunda batalla de Bailén, el aceite jienense es propiedad de empresas francesas, y pongo este ejemplo como muchos cabrían en el cuento y las cuentas. Andalucía, inmenso jardín que según dijo Alfonso Guerra en 1982 iba a convertirse en la California de Europa, sigue siendo en 2013 tierra de jornaleros pobres de solemnidad, subsidios de miseria, minifundios menesterosos y latifundios indecentes. Y por el estilo en todas partes, cada cual a su manera.

Acabará por estallar la segunda gran burbuja insostenible, esa que las gentes de bien llaman “energías renovables”, la misma que ha hecho subir un 3,2% el recibo de la luz y que las personas sensatas califican de energía cara y, a todas luces, insuficiente (lo de “luces” es un juego de palabras, por si no lo habían pillado). Cuando esto ocurra, bajaremos un par de peldaños más hacia el foso de la inmensa nada, el corazón de la economía española. Nuestros jóvenes deseosos de incorporarse a la vida laboral podrán elegir entre varias opciones: el paro, el infraempleo, pasar el mocho a las vomitonas de los turistas alemanes, rusos e ingleses, o largarse de España y buscar su futuro en cualquier otro país. Esa es la verdad y quien la ignore es porque ni sabe ni quiere saber.

Nuestro Gobierno, sin embargo, sigue hablando de la crisis. La crisis ha pasado de ser una inmensa contrariedad a tabla de salvación. Todo lo malo que nos ocurre es por culpa de la crisis, y todo se remediará cuando salgamos de ella. O sea, nunca. De donde no se está no se puede salir.

Se empeñan el presidente del Gobierno y los ministros del ramo en que todo se fundamenta en recuperar la confianza de los mercados, que fluya de nuevo el crédito y conseguir financiación para crear nuevas empresas e incentivar el consumo. ¿Nuevas empresas de qué? ¿Crédito para comprar qué? Recién despertados de la pesadilla hipotecaria, a lo mejor la solución está en comprar muchas autocaravanas (mira, al estilo de vida americano, hogares móviles para la basura blanca); o meter siete ordenadores y cuatro o cinco conexiones ADSL en cada casa. Crédito, consumo y montar empresas cuando se pueda… ¿No tienen alguna idea mejor?

“Los suicidas prefiguran los destinos remotos de la humanidad”, decía Ciorán. Y esta política sin política, este programa económico sin economía, es el suicidio del centro-derecha español que prefigura un destino horrendo, tan feo como el flequillo de Evo Morales y tan sugestivo como imaginar a Pablo Iglesias (el chico enteradillo de los debates en TV), ejerciendo de ministro de Hacienda, o de Cultura, o de lo que sea porque esta gente lo mismo vale para un roto que para un descosido. A la inolvidable experiencia de Leire Pajín me remito como muestra.

La fórmula PP-PSOE se agota. La excusa-coartada de la crisis se agota. Echar las culpas de nuestra miseria a las imposiciones de la Unión Europea ha dejado de dar pena para dar risa, rabia y cabreo. No tenemos economía propia, ni indicios que hay de reconocerlo y empezar a levantar la casa por los cimientos. Lo que sí hay son ideas, muchas, a montones. Ideas e ideólogos, propagandistas, opinólogos y listos que florecen como setas en todos los medios de comunicación y que a uno le hacen preguntarse cómo es posible este sindiós: un país con tantísimos expertos tan bien informados y con tantas ideas no debería estar humillado ante el presente, sino dando clases de cómo se afronta una crisis económica a los chinos, los norteamericanos y los japoneses. Aunque, bien pensado, esa voraz batalla de las ideas tiene un ganador clarísimo desde hace tiempo. Hablar es gratis, y la izquierda española, para soltar discursos y dar gratis lo gratis, siempre resultó impecable.

Y en dos años elecciones generales. Y Evo Morales (como se llame y como se diga en español), engominándose el flequillo. Pues no lo duden: el próximo presidente del Gobierno será de cabello abundante. Calvos, abstenerse.

 

Publicado en La Gaceta, 7/08/2013

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